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El clamor de la provincia
La pujanza de los ocañeros está a prueba.
Domingo, 20 de Agosto de 2023

Para los habitantes de Cúcuta, la ciudad de Ocaña, la segunda del departamento, siempre nos ha parecido distante, aunque solo sean unos doscientos kilómetros por carretera lo que nos separa. Tal vez tengan la misma percepción los ocañeros que encuentran más cercana a Bucaramanga, aunque la distancia sea similar. Pero ahora que se conocen nefastas noticias por cuanto está ocurriendo en toda esa zona y la del Catatumbo, se generan preocupaciones que nos hace más sentir más cercana toda esa provincia.

El llamado reciente hecho por el alcalde de Ocaña y el personero de la misma ciudad para que se aumente el pie de fuerza de la policía en esta urbe y su zona rural es angustiante. Sus inquietudes y la solicitud a las autoridades nacionales tienen como sustento el incremento en los delitos en su territorio desde hace algunos meses. Entre ellos el que más preocupa es el secuestro, práctica delictiva que ha resurgido en esa región, sobre todo con fines extorsivos, ya se cuentan 18 víctimas en lo corrido del año, con el agravante que algunos de los retenidos ilegalmente son personas de avanzada edad y padecen enfermedades que requieren atención permanente. Sin que sea el único delito que va en aumento de acuerdo con los registros de las autoridades.

Esa solicitud de mayor atención al deterioro del orden público no es nueva y a la misma se han adherido otros mandatarios locales de la provincia ocañera y la región del Catatumbo. En el curso de la semana se hizo eco de esos reclamos el alcalde de Convención Dimar Barbosa quejándose de la falta de respuesta por parte de las autoridades ante sus ruegos, luego que Camila Suárez, funcionaria de la Registraduría Municipal había sido secuestrada. La misma fue liberada hace tres días y se puso fin a la alarmante situación que vivió la comunidad en su pueblo.

Sumado a lo anterior, Ocaña quedó incomunicada de la capital departamental hace más de dos meses y medio cuando ocurrió la avalancha en El Tarrita, sitio cercano a Abrego. Hoy todavía el paso vehicular está interrumpido y el tránsito de pasajeros se hace mediante la modalidad de trasbordo. El arreglo de la carretera y planes de reparación para los habitantes que resultaron afectados por el deslave se advierten que están distantes. Entre tanto las pérdidas para los transportadores y habitantes de la región se acrecientan en forma progresiva. Lo ocurrido en el sitio donde está interrumpida la carretera ya había sido advertido con anticipación, pero no se prestó la atención oportuna para evitarlo y desde antes también se requería mantenimiento de la vía deteriorada en muchos trechos y hacia que el tránsito por la misma fuera difícil, máxime si buena parte de los vehículos que la utilizan son de transporte pesado que llevan la carga hacia el norte del país.

La pujanza de los ocañeros está a prueba con esta serie de hechos y muy seguramente van a poder encontrar las anheladas soluciones muy pronto, pero hace falta que las autoridades de todos los órdenes aúnen sus esfuerzos y de manera diligente junto a la comunidad lleguen más allá de las súplicas de los alcaldes y así sea superado el actual estado de cosas. Esa tierra hermosa de nuestro departamento y sus habitantes se merecen una suerte distinta para una convivencia pacífica y segura.

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