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Columnistas
El Socialismo Maduro
No resultaría extraño que de la pobreza y la torpeza se pasara en breve tiempo en un cambio hacia al capitalismo.
Miércoles, 15 de Junio de 2016

Cada vez que iniciamos en las clases de ciencia política, les advertimos a los estudiantes que resulta paradójico, que en la disciplina ideológica, en la que más cambios cotidianos se dan por las variaciones del comportamiento humano, es en la que parece que el tiempo se hubiese detenido. Desde   socialistas utópicos y el Manifiesto Comunista de 1848 no ha conocido una formulación política nueva.

De ahí que los competidores del capitalismo como lo advirtiera  Lester C. Thurow, en los siglos XIX y XX,  los nacionalismos que inspiró Johan G. Fitsche el Fascismo, el nazismo, el socialismo y el comunismo hayan perdido el tiempo y capitalismo con altibajos siga tan rampante, a pesar de que las desigualdades del sistema que a veces parece que lo derrumbaran. Altibajos muy notorios en los tiempos recientes sobre todo en nuestros países en desarrollo. Uno mira hacia atrás y en dos o tres décadas observa  ese ciclo y sorprendido ve que de la prosperidad a la ruina se en un solo lustro. Por ello no resultaría extraño  que de la pobreza y la torpeza absoluta del socialismo revolucionario del presidente Maduro, se pasara en breve tiempo en un cambio hacia al capitalismo a una restauración de la teoría del bienestar.

Sí, los ciclos hoy son rápidos. Rememoremos el caso mejicano de fines de siglo. México en 1994 en donde presumíamos que todo era llevado con aciertos.

Se había equilibrado el presupuesto, se habían privatizado más de mil compañías de propiedad estatal, se redujeron las reglamentaciones  gubernamentales para fortalecer el emprenderismo, se incorporaron al NAFTA, se redujeron los aranceles y cuotas  aduaneras. En 1995, todo cambió. Solo en abril de ese año, más de medio millón de mejicanos perdieron sus empleos y en vilo quedaron otros 250.000, el poder adquisitivo de los mismos bajó en un  30% y el presidente Salinas de Gortari, que aparecía en todas las revistas del mundo como un campeón, los medios lo volvieron incompetente y corrupto.  La pregunta era: ¿qué había pasado?

En el capitalismo, si no hay competencia no hay capitalismo,  dice fuerte Thurow. ¿Cómo hace un sistema que considera que hace falta la competencia, para hacer que las empresas sean eficientes dentro del capitalismo, si el sistema no tiene en sí competidores?

El socialismo en América Latina  se está marchitando por la misma razón. El socialismo brasilero de Lula, el argentino de los Kirchner,  el socialismo primario de Maduro y de Evo, sin importar que tan izquierdistas sean sus ideologías, no dejan de ser sistemas parásitos de su misma pobreza. Y la pobreza no genera competencia.

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