La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
El viento del alma
El viento es maestro de la ausencia y los rincones, del silencio que arrastra desde el día hacia el crepúsculo.
Domingo, 15 de Julio de 2018

El oficio del viento es andar, llevar y traer, cantar al tiempo los recuerdos, pulir el eco de los cristales que se forman con la lluvia y parecen guijarros de agua que dejan mirar un poco más allá del universo. 

El viento iza la cometa –el alma-, la conduce por la ruta de los pájaros, sin pedir permiso, se cuela en la morada de los duendes y se muestra capitán de un cielo hermoso y azul: sólo oye el susurro de la cola pidiendo pita para ascender.

Desde la infancia hemos visto el mismo cielo - aunque era un poco más azul-; paseábamos nuestras ilusiones en las alas sencillas del destino, que estaba un poco más atento a los sueños, quizá porque eran menos, más aquilatados pero simples, recitados por ángeles en un romance de fantasía con la ingenuidad.

La cometa –el alma- se recoge en sus propias alas y el armazón de madera se convierte en un velero aéreo que lleva la música de la risa de los niños, sus pasos terrenos persiguiendo alguna sombra y la armonía familiar que, en conjunto, florece en los colores que trepan. 

Y, contrariamente, uno debe ser lento para dejar que la cometa –el alma- encuentre la ruta veloz de su andar, se olvide del contorno y se erija como memoria del camino al infinito que el ser humano anhela, siquiera, imaginar.

El viento es maestro de la ausencia y los rincones, del silencio que arrastra desde el día hacia el crepúsculo y desde la vida a la casa de la noche, donde se aquietan las jornadas cuando la cometa –el alma- descansa.

Y va de ida y vuelta, arraigándose al soplo natural, a la somnolencia del tiempo que se cansa de contar ascensos y decide reposar en las horas de rosa del sosiego.

Temas del Día