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Es ahora, o nunca
Lo grave es que nunca va a ser siempre, pues si la Justicia no es reformada, a fondo, el país va a continuar en una senda de descontrol, desgreño y desorden que pronto mutarán en anarquía. 
Viernes, 10 de Agosto de 2018

La reforma a la justicia (y lo digo así, en minúsculas) es ahora o nunca. Pero lo grave es que nunca va a ser siempre, pues si la Justicia no es reformada, a fondo, el país va a continuar en una senda de descontrol, desgreño y desorden que pronto mutarán en anarquía. 

La situación, para mi gusto, ya es insoportable; y también lo es para las víctimas de violencia intrafamiliar que deben esperar años para un fallo que les haga Justicia; y para las víctimas de Interbolsa, que ya vieron a los malhechores salir impunes por la prescripción. 

Y empieza  ser intolerable para todos, hasta para un señor de apellido Uribe, que desde cualquier calabozo le arman un proceso, a punta de testigos ya condenados por los delitos más atroces. 

La cosa será tan grave, que hubo que buscar expertos que dijeran, que alumbraran, quien investigaría y juzgaría el expresidente. En fin, el galimatías propio de los togados, dicen por ahí. 

Es ahora o nunca que ASONAL deben entender que la Justicia se debe reformar precisamente para que ellos sigan teniendo de donde alimentarse, que es lo que sabe hacer, pues de lo contrario habrán matado la gallina de los huevos de oro. 

Es ahora o nunca que el Gobierno debe buscar acercamientos, serios, con el sector privado y la academia para que juntos ayuden a erigir la señora de los ojos vendados, que yace moribunda en el suelo. 

Se pueden proponer APP (Alianzas Público Privadas) para la construcción de centros carcelarios, y de centros de despachos judiciales, dignos, como no lo son Paloquemao, ni los de Cartagena, ni los de Medellín, ni Barranquilla. Ni los del norte y el sur. Quizá se salva Manizales. 

Es ahora o nunca que el Fiscal General debe de dejar de hacer proselitismo con el código penal. 

Son tantas las reformas, tanas las leyes, tantos los cambios, que las actualizaciones de los códigos son mejor negocio que una imprenta de dinero. Con razón todos los abogados quien abrir imprentas y litografías, y no oficinas de litigio y asesorías, de esas que mandan hojitas intercambiables, como las monas del álbum mundialista. “La tengo, no la tengo, la cambio, la vendo” dicen los abogados en las audiencias, buscando la ley aplicable al caso.  

Es ahora o nunca que el Presidente, y las Cortes, eso que llaman en los pueblos “las Altas Cortes”, acepten que nada está bien, y que es hora de cambiar, pues de lo contrario llegaran unos que desde afuera, y por las malas, nos cambien. 

La historia es buena para enseñarnos, con sangre, que cuando la injusticia campea, le violencia florece. 

Ya no es mucho lo que falta para que la turba, testigo y víctima de la justicia, con minúscula, exija Justicia, con mayúscula. Pero será con tridentes y antorchas que harán la reforma. Que no se nos olvide.

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