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¡Juemadre!
La vaina está jodida, para los vivos y los muertos.
Jueves, 27 de Mayo de 2021

Me gustaba mayo. Era el mes de las flores, el mes de la Virgen, el mes para celebrarle al maestro su día y al trabajo su día. La Virgen escogió este mes para aparecérseles a tres pastorcitos en Cova de Iría. Y en el colegio, en la iglesia, en la casa, en todas partes, se le cantaba a la Virgen aquello de “El 13 de mayo, la Virgen María…” Y el mes finalizaba con la fiesta de la Madre.

Hoy todo es distinto. Por un lado el virus, la pandemia y la cuarentena haciendo de las suyas, y por el otro, los paros, los bloqueos, las encerronas, las pedreas, los muertos, los heridos, el bandidaje, el vandalaje.

La alegría de mayo se fue pal carajo. El culillo nos tiene por su cuenta. El día de la Virgen no pudimos ir ni a misa, ni a comulgar, ni a dar la limosna de todos los años. El día de los maestros no pudimos darles su regalito, que bien merecido se lo tienen, porque estaban en paro, en marchas y en protestas. El día del Trabajo no se pudo ir al paseo de olla al río por miedo a que los insurrectos nos atracaran y nos dejaran sin la gallina, la papa y la carne oreada. Uno no sabe en dónde vivimos y con quién nos juntamos.

Y ahora, el próximo domingo, la fiesta de la madre será pordebajeada. Para empezar, no habrá la serenata de siempre, porque el toque de queda les impide a los mariachis salir a ganarse la vida con sus voces y sus guitarrones. Lo mismo sucede con los tríos de cuerdas y los acordeonistas de la Guajira que por aquí andan. De modo que la noche del sábado será silenciosa y desaguardientosa. ¡Qué vaina!

Las floristerías están escasas de flores porque los bloqueos no permitieron que llegaran las flores frescas y lozanas. A las mamás este año les tocará sin el ramo de siempre. Y el florero de la mesa de centro estará vacío.

Pero algo más grave. Tampoco pudieron llegar a los almacenes los camiones cargados de mercancías. Así las cosas, los regalos a la autora de los días, serán muy pichirres. Además, el palo no está para cucharas porque el virus y los revoltosos nos la pusieron bien difícil.

Tampoco a las madres muertas les irá muy bien este domingo. Era costumbre llevar al acementerio un cantautor con guitarra, a un flautista de corbata o a un saxofonista con sus nostálgicos sonidos o en últimas a un panderetero. Pero la entrada de músicos a los camposantos está restringida. Tampoco se puede entrar cerveza, ni aguardiente, ni ron, ni nada de tan sabrosas bebidas. Pobres madres muertas y pobres sus hijos entristecidos.

La vaina está jodida, para los vivos y los muertos. El país se nos está acabando y no tenemos solución a la mano. Esta fiesta de la Madre será raquítica, trística, debilítica.

Pero no es cierto que madre sólo hay una. Están la madre naturaleza, la madre de la uña, la madreselva, la madreperla, la madre patria, la madre de todos los vicios, la madre superiora del convento, la madre del caracol y las madres de los que le meten candela al mundo. ¡Muchos hijuemadres!

gusgomar@hotmail.com

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