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La artimaña que domina
Jueves, 11 de Junio de 2015

 

Los señores de las Farc,  insaciados de atentar contra la población civil, ahora la han emprendido horrorosamente contra la naturaleza; y lo hacen de la manera más criminal posible: explotando los oleoductos y los carrotanques cargados, produciendo el derrame del petróleo contaminante y destructor sobre campos, sembradíos y fuentes de agua, y de paso destruyendo el hábitat del reino animal.

¿Acciones legítimas dentro de un proceso de paz? Quien lo puede llegar a creer que para alcanzar la paz sea por el camino del acrecentamiento del crimen, del incremento de la perversidad y de la destrucción desmedida de nuestros recursos naturales y de la vida.

Se quiere hacer creer a toda costa que en la medida en que se exhiba una mayor capacidad para el crimen, se pueden sacar más ventajas de la negociación, pero lo que se está haciendo es saturar y desprestigiar el proceso, hasta cuando el tiempo agote la paciencia de todos los ciudadanos y entonces por la vía electoral se expida un mandato certero para terminar la negociación y apelar a otros mecanismos distintos a los del diálogo infructuoso y a los de la posibilidad de entendimiento por las vías de la razón y el buen juicio.

Cada atentado terrorista contra las personas o contra los bienes colectivos, es un hachazo al proceso de paz, que lo disminuye, que lo hiere y que lo desprestigia implacablemente.

No podemos seguir pensando que a la paz se llega por el camino de la intensificación de la absurda violencia.

Tenemos a un grupo de países neutrales, llamados observadores y amigos del proceso de paz, que vigilan las negociaciones y pretenden cumplir con una función garante para alentar los acuerdos.

Sería bueno que ese grupo de países tuviera un pronunciamiento sobre todos estos hechos de violencia que se suscitan a diario y que amenazan su papel y atentan contra sus buenos oficios.  El desprestigio tiene un límite y la sensatez tiene una medida que para cualquier óptica realista debe materializarse en hechos concretos, certeros y coherentes, y no en una artimaña que solo alimenta la frustración.

Y a propósito ¿en dónde está la voz de los ambientalistas y de la comunidad internacional en estos lamentables y dolorosos episodios que nos azotan de manera tan cruel?

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