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La conspiración del alcanfor
En Antioquia, sobreviven Rionegro y el perderoso, perdón, el Poderoso DIM.
Sábado, 5 de Enero de 2019

Hay fatiga de metal en las piernas de los futbolistas. No dan más. Los han exprimido hasta el tuétano. También el hincha está exhausto. No hay plata, tiempo, nervios ni pasión para gritar tantos goles. Sería saludable una huelga de guayos caídos.

El poderoso señor don dinero manda la parada. La salud de los atletas importa poco. Ojalá  los guíen para que estudien cuando no están detrás del cuero. La fama dura menos que un minuto de silencio.

Jugar tanto puede producir aversión hacia el destino que les permite llevar los garbanzos a casa. En la intimidad de su almohada, deben descansar y pedir trago para todas las mesas cuando los eliminan. 

Felicitaciones a quienes tienen a su equipo disputando el campeonato. Los demás tendremos que escoger entre los sobrevivientes porque quedarse sin tener por quién hacer fuerza sube el colesterol. 

En Antioquia, sobreviven Rionegro y el perderoso, perdón, el Poderoso DIM, que  acaba de superar la conspiración del alcanfor y del gato negro en el estadio de Bucaramanga. 

Con las marrullas  que van contra la elegancia y el código penal, alguien pretendía reducirles a nada la “libido jugandi”. Casi derrotan al DIM que sufrió un ataque repentino de analfabetismo balompédico. 

Opté por apoyar al DIM porque en sus filas militó José Manuel Moreno, el Charro, para muchos el mejor futbolista que tuvo Argentina. De niño, lo ví jugar en el Atanasio Girardot desde la aristocrática tribuna de gorriones.

Moreno era “diez puntos como persona y veinte como jugador”, sintetizó Félix Lousteau, un artista del balón apodado “Chaplin” que jugó para River. Ramos Delgado comparó a Moreno con Pelé.

Estas anécdotas, entre decenas, las recoge el periodista Alfredo Luis Di Salvio en su libro “Anécdotas del superclásico” que incluye testimonios de quienes han jugado el eterno duelo River-Boca que recientemente definieron la Libertadores. Copas por todas partes. Nacional ganó una nada encopetada.

“Los que hemos jugado River-Boca fuimos elegidos por Dios”, resumió Walter Gómez, quien decía que Moreno fue mejor que Maradona y Messi. 

Había prometido no volver a hacer fuerza por el rojo desde que leí en el Bar Alaska, de Manrique, parcialmente (¿) cerrado, este sarcasmo: Si va hablar mal del Medellín, sea breve. 

Del Charro Moreno escribió Eduardo Galeano que prefirió jugar en el Danubio de Montevideo, desechando mejores opciones económicas, solo porque en ese club jugaban sus amigos. Así de simple.

Como deseo que el Medellín pase a la final, les encimo esta cábala que se inspira en una de Ángel Labruna, otro inmenso del River: que antes de empezar el juego los delanteros hagan gol ante la portería vacía.

Le he pedido al señor Alzheimer que me esconda el nombre del amigo que me presto el libro de Di Salvio a ver si me quedo con él por una vía relativamente lícita: la de la amnesia.

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