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La educación en Finlandia
En algo que están innovando los finlandeses es en ser el primer país del mundo donde hacen una ley para enseñar a manejar las redes sociales.
Sábado, 15 de Abril de 2023

Cuando hablamos de educación todas las miradas conducen a Finlandia; por sus innovaciones, avances y sistema educativo progresista que nos enseñó que los Homo sapiens pueden aprender de manera distinta y ser potencia económica al tiempo.

Durante mi visita, gracias a la invitación de la organización VisitEDUfinn, logramos llegar a tan impresionante lugar. Su misión consiste en “promover las buenas prácticas de la educación finlandesa, ofreciendo soluciones rentables para los profesionales de la educación de todo el mundo que estén interesados ​​en comparar las escuelas finlandesas y el sistema educativo finlandés”. 

A partir del lunes 3 de abril inicié la visita a la región internacional de Expo, lugar donde nació Nokia y conocí su primera institución, Opinmäki, un centro de aprendizaje moderno. El mayor requisito es hablar cuatro lenguas: inglés, finés, francés, sueco o español, ya que la mayoría lo entiende.

Siempre me encontré para cada actividad, con los demás invitados en el Senate Square, la catedral blanca de Helsinki, la capital de Finlandia. La primera persona en hablarnos fue Emilia Ahvenjärvi, exconsejera de educación para América Latina; también conocimos a Mikko Mäkelä, quien profundizó sobre la educación infantil en Finlandia. Y fue un gran honor conocer al coautor de la Ley Mundial sobre la Alfabetización Mediática, el investigador Lauri Palsa, un educador e investigador con sede en Helsinki.

Lo más importante del IV Foro Internacional de Aprendizaje sobre la Educación Finlandesa STEP2023 es que veíamos módulos teóricos con los expertos en cada área y luego íbamos a observar en directo a las instituciones educativas de acuerdo con su nivel: jardín, primaria, bachillerato, universidad, etcétera.

En algo que están innovando los finlandeses es en ser el primer país del mundo donde hacen una ley para enseñar a manejar las redes sociales, la internet y sus herramientas, que tanto nos afecta en nuestros países; le denominan “alfabetización mediática” y crearon el Instituto Audiovisual Nacional (en finés: Kansallinen audiovisuaalinen instituutti y en sueco: Nationella audiovisuella institutet o KAVI).

No podía faltar conocer el currículo oculto de su historia y visitamos la Isla de Suomenlinna, esta fortaleza insular es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Su construcción comenzó a mediados del siglo XVIII, cuando Finlandia aún formaba parte de Suecia.

Al finalizar realizamos talleres de reflexión y planeación del futuro de la educación en un hermoso lugar, la Töölönlahdenkatu Oodi, Biblioteca Central de Helsinki ubicada en el área de Töölönlahdenkatu. Allí nos graduamos como expertos en el sistema de educación finlandesa reconocidos por la Agencia Nacional Finlandesa para la Educación (EDUFI).

Este país también fue denominado el más feliz del mundo. Es decir, son innovadores en muchas de las áreas de investigación tecnológica pero su misión más importante es el capital humano. Finlandia es el país más feliz del mundo según el Informe Mundial de la Felicidad que tiene en cuenta los ingresos, la esperanza de vida saludable, la ayuda social, la libertad, la confianza y la generosidad.

Fueron días inolvidables sobre todo al comparar, preguntar, indagar, ver en directo cómo funcionan sus aulas, su sociedad y la manera cómo se desarrollan, a pesar del frío y las bajas temperaturas que para los caribeños y cucuteños como yo, es complejo adaptarse por nuestra realidad climática.

El vuelo de regreso fue largo. Nuevamente tres regiones continentales permitieron reflexionar sobre la posibilidad de Norte de Santander y Cúcuta, no solo para verla feliz, sino culta y desarrollada, resolviendo sus problemáticas y dando oportunidades para todos. Gracias a los que hicieron posible nuestra participación: Beatriz, de Edufinet; el Canal TRO; la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor); la Universidad Simón Bolívar; y a dos colegas colombianos, del Gimnasio Campestre la Estancia de Villavicencio. ¡Fue posible!

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