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La empatía
La mayoría de las veces es imposible diferenciar una verdadera necesidad de un aprovechamiento.
Viernes, 8 de Julio de 2022

Término interesante que según la Real Academia de la Lengua Española significa, o bien, un sentimiento de identificación con algo o alguien, o por otro lado, la capacidad de identificarse con otra persona y compartir sus sentimientos. Si lo llevamos a un terreno más popular, vendría a ser la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Por supuesto que al igual que muchas otras propiedades del ser humano, existe un componente con el que se nace y otro que se aprende. Pero al final, ¿qué tan necesaria es la empatía para el buen funcionamiento de la sociedad?; podríamos concluir que esencial, pues sin ella es probable que el hombre, tal cual como lo conocemos, ya se hubiera extinguido.

Pero así como existe esta emoción natural también lo hace la maldad, y no faltará quien se aproveche de los buenos sentimientos de los amigos o conocidos para sacer algún provecho. Podría mencionar muchos ejemplos donde se pone en práctica la empatía, verbigracia, un paciente a quien se le ha hecho tarde llegar a su consulta pues vive en otro pueblo y ha estado viajando desde la madrugada, y al final, su médico decide no verlo, pues no ha estado presente a la hora señalada, o un estudiante que luego de prepararse para un examen no ha podido asistir debido a la enfermedad inesperada de un familiar, pero su profesor considera que no es motivo suficiente para posponer su prueba. Sin embargo, es necesario aclarar que igualmente, estas parecen ser las excusas más frecuentes a la hora de saltarse las responsabilidades establecidas con anterioridad.

Si nacemos con el don de la empatía, perfecto, pera también es necesario fomentarla, y ¿dónde ocurre este aprendizaje?, pues en la vida misma. El primer contacto va de la mano con la familia y posteriormente con la escolarización, para terminar con el día a día de las relaciones sociales en nuestro medio. Cómo podemos explicar que una persona que intenta incorporarse con su carro a una calle desde el estacionamiento de su edificio, no pueda hacerlo porque nadie le da un espacio, acaso no se dan cuenta que si no se le brinda la oportunidad nunca podrá salir de allí, o un niño acosado en el colegio no consigue un aliado que lo defienda, porque al parecer los grandes y fuertes siempre se ubican en el eje del mal, o en casa los padres transmiten el mensaje de aprovecharse de los demás para beneficio propio, pero nunca para el bien en común, propiciando un desarrollo personal egoísta que termina siendo la antítesis de la empatía.

En cierta medida las políticas sociales tienen que cumplir con su cometido, seguir mostrando campañas televisivas y en redes sociales que refuercen la necesidad de comprender los problemas y dificultades del otro para ayudarse mutuamente, sí, las personas necesitan que se les recuerde a diario, necesitan esa cantaleta.

Pero eso no es todo, la mayoría de las veces es imposible diferenciar una verdadera necesidad de un aprovechamiento, comprobar que alguien que tiene 3 apartamentos y 4 carros está pidiendo dinero para un tratamiento médico, tan solo porque no quiere desprenderse de su BMW para no utilizar sus recursos en la resolución de los problemas, sino la plata de los demás, es una tarea nada fácil. Aprender a reconocer estos personajes también se ha convertido en un arte, y por mucho que nos esforcemos siempre nos engañarán, pero no importa, porque después de todo, aquí también se cumple el axioma tan famoso, utilizado en el derecho, que reza: es mejor liberar a un culpable que condenar a un inocente.

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