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La vida sin violencia
Guerras civiles y conflictos armados de todas las marcas. Liberales y conservadores curtidos en el sectarismo partidista recurrente.
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Domingo, 21 de Agosto de 2022

Sentenció Walt Witman que “cuando el mundo sea libre la política será una canción”. Lo decía con su convicción de que la vida debe sobreponerse a la muerte a pesar de la inexorable predeterminación de esta. Y la vida en función del esplendor del mundo, de cuanto puede surtir en beneficio de la existencia humana. La vida sin las miserias impuestas por la codicia. La vida como fuente de belleza, como caudal  de energía creadora, como la luz que rompe las tinieblas y hace perdurable la memoria a través de las palabras que sostienen la identidad del mundo.

Colombia ha padecido la muerte con todas las variables de atrocidad desde cuando los mercenarios de la monarquía española decidieron conquistar el territorio al precio de la crueldad que fuera. El exterminio de la población indígena fue una decisión oficial implacable. Más tarde el comercio esclavista sometió a los afros importados a un régimen laboral de sojuzgamiento. Y se fue alargando la cadena de sufrimiento por el maltrato de las fuerzas realistas  a la población  que ya tenía la identidad  criolla. La inconformidad abre el camino de la independencia y este fue un período turbulento, cuna de nuevas divisiones y la usurpación de intereses que se fueron consolidando a sangre y fuego, vinculados al poder político y al entramado económico. 

Ha habido violencia generalizada.  Guerras civiles y conflictos armados de todas las marcas. Liberales y conservadores curtidos en el sectarismo partidista recurrente. La utilización hegemónica del poder hace subir el número de víctimas: muertos, desplazados, desparecidos, secuestrados, violados. Y entra el narcotráfico con toda su brutalidad criminal e impone un holocausto de cotidiano destrozamiento.  En ese torbellino la vida se esfuma.

A Colombia le ha faltado espacio para aproximarse a la vida y apreciar todo lo que puede ofrecer.

Con el cambio de gobierno se encienden nuevas perspectivas de vida. Hay que trabajar en la paz total. Hay que salir de las estrecheces que intoxican para disfrutar de opciones que le dan fortalezas a la existencia. Hay que privilegiar la vida articulándola a la educación, a la cultura. A todo ese caudal que ofrece la naturaleza, a cuyo desperdicio se contribuye sin tomar en cuenta el daño que se causa.

Se requiere tomar conciencia de la importancia de asumir la vida con la claridad que permite su aprovechamiento no como un destino de frivolidad. Seguir en la travesía de la muerte equivale a una torpeza mayúscula. Todos los colombianos son merecedores de una vida con derechos, amparada por la seguridad.

Hay que cerrarles espacios a todas las violencias, incluidas la pobreza, la corrupción, las de maltrato escolar, las de intereses perversos. Esta oportunidad de reconciliación, permitirá una sanación sin resentimientos, con la voluntad de no repetición. Hay muchas razones para vivir, para quererse, para no odiar, para negarse a provocar agonías.

Las autoridades representativas del Estado deben estar a la vanguardia en la defensa de la vida. No pueden ser actores de violencia.

Puntada

Los nortesantandereanos deben ganar espacios de participación en el nuevo gobierno.

ciceronflorezm@gmail.com

cflorez@laopinion.com.co

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