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Las confusiones e imprecisiones históricas
¿Existieron  indígenas en  esta antigua  villa?. La  respuesta  fue  categórica,  no.
Martes, 16 de Octubre de 2018

Mientras disfrutaba de un  tinto en cualquier cafetería de  la  ciudad, un amigo locutor  y profesor  pensionado  esperaba  a  unos  contertulios para tratar un  tema  sobre la historia local. Uno de ellos eramiembro  de  la  Academia de  Historia  y el  otro un  antropólogo.

Se acercaron  a  mi  mesa  y degustaron sus  pocillos  de  café,  al  tiempo que  entablamos una agradable charla. ¿Existieron  indígenas en  esta antigua  villa?. La  respuesta  fue  categórica,  no.

Aseguraron que  hubo nativos,  Los  Carates, en  los  alrededores u  otros  municipios, y consideraron que el  fenotipo de  los ocañeros  era  una fiel  muestra  de  que no hubo mestizaje, de  tal  manera  que  se  conservaba la herencia  genética hispánica.

En  ese  momento  recordé la  posición  de un  joven recién egresado  de  la  UIS en  historia. Manifestó que en  la  región no  hubo  historiadores,  porque nunca  se  hizo una  investigación  exhaustiva  que  llegara  a  la  comprobación de los  hechos.

De manera  coincidencial, una  reconocida socióloga que  me  encontré donde  un  cerrajero, afirmó que  en  la  casa  cural  de  la catedral de  Santa  Ana,  existe  un  archivo que  da  cuenta de los  indígenas que  trabajaban en  las  casas de las  familias  de  abolengo, con el  apellido de sus presuntos propietarios o ´amos´.

En la  misma  cafetería, otro  día,  pero  con personas  diferentes,  retomamos  el  tema,  uno  de  ellos biznieto de un  historiador de finales  del  siglo antepasado y comienzos  del   siglo pasado, que  el  verdadero  fundador  de  Ocaña fue el español  Francisco Hernández Sánchez,  no  el  14  de  diciembre sino el 14 de  julio  de 1570, y  que  para  conmemorar los  aniversarios ,  en  esta  última  fecha se  realizaban  corridas  de toros  en el  centro de la ciudad.

Otro de  los ´tinteros´ reveló que su  padre recogió en  1940 numerosos  libros y documentos históricos que  habían  botado cerca  del  río  Tejo. Que  en  ellos había muchos  datos interesantes sobre la  historia  de  la  ciudad. Agregó que  se  encontraban informaciones valiosas,  que posteriormente con un  amigo licenciado  en  filosofía  y  letras , tras  lecturas minuciosas lograron aclarar situaciones confusas.

El importante  material ,  tras  ofrecerlo en  reiteradas  ocasiones,  entre  ellos a  un  alcalde, fue  comprado  por un reconocido paisano en  Bogotá por  una  cifra cercana a  los cinco millones de  pesos. Lo único que  se  sabe es que  el  señor  murió  y  que  era  el  padre de  un polémico historiador y  gestor  cultural.

Me  acompañaba también  en  la  misma  mesa,  un  amigo  desde  la  adolescencia, que  cuando estudiaba  en  una  prestigiosa  universidad  de Medellín  y yo  trabajaba como  maestro  consejero en  la  antigua  Normal  de  Varones, fue  cómplice  de  la  aventura que  emprendimos hasta  el  “cerro  del gallo”, al  sureste de Ocaña y al  frente  de la  terminal  de  transportes.

El pintoresco sitio fue el  punto  de  concentración de  los  guaqueros durante  los  viernes  santos del  siglo  pasado. Nosotros acudimos a la  elevación,  no  en  busca  de ´morrocotas´ como  se  denominaban  las  monedas  de  oro, sino de  algunos  vestigios indígenas,  según  nos  habían  indicado.

El  cerro  estaba  lleno  de  huecos profundos y logramos  escavar cerca  de  los  hoyos, de  una manera  rudimentaria y  superficial,  sinembargo, extrajimos cabelleras, parte  de vasijas  de  barro y collares.

La  intención  era llevar  a la  Universidad  de  Antioquia los  hallazgos pero después  de cuarenta años,  no  sabemos  que  ocurrió con las  supuesta  indumentaria aborigen.

Otro  de  los  puntos discutidos fue  sobre la  leyenda  de la  Leonelda,  magnificada  por  unos  y  rechazada  por  otros. Si  eraBúrbura, etnia que supuestamente  habitó en  límites entre  los  municipios de  Gonzales,  sur  de Cesar y  Convención, porqué la  idealizaron  como una  mujer hermosa  si los  de  su  raza  eran pequeños,  regordetes  y morenos?.

Cuando me desempeñaba  como corresponsal  de  este  medio,  acudí a la población donde  nació la controvertida  heroína  y  no  encontré ninguna huella, familiar  o  heredero, solo  me  dijeron que la  última  familia  era de  apellido  Madariaga y que habitaba en Barranquilla.

Las  academias  de  historia departamental y municipal debería contratar,  con  el  apoyo  de  la  gobernación  o  la  alcaldía, un grupo  de historiadores académicos para que emprendan una  investigación , para aclarar las  confusiones  e  imprecisiones sobre  nuestro  pasado.

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