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Las luces de diciembre
Plano público
Domingo, 24 de Diciembre de 2023

En medio de circunstancias que pueden llegar hasta el desgarramiento, con balances precarios para muchos, diciembre no deja de tener sus encantos. Es una tradición de sostenidos regocijos, con luces vivas, estrenos festivos, música de animación, gastronomía deleitosa, regalos amistosos, encuentros felices y todas las demás expresiones de afectos recíprocos. Se apaga la rutina tediosa y se encienden los sentimientos de fluidez existencial. Más allá de lo religioso. Desafortunadamente no es igual para todos  porque hay desolación padecida por quienes no tienen medios para superar su condición vulnerable. Son excluidos, como si se tratara de una condena irremediable. Pueda ser que a futuro cambie lo negativo que todavía afecta a la sociedad y se haga realidad la espera de César Vallejo de encontrarnos “un día al borde de una mañana desayunados todos”.

Pero para seguir en el diciembre grato el espíritu de la gente debe responder a ello. Lo cual impone tener apertura a la solidaridad y el entendimiento. Es despojarse de las mezquindades que amargan la existencia. Es estar en disposición de contribuir a cuanto sea útil para todos y comprender lo esencial de la convivencia humana, con voluntad para preservar la paz, como aporte de la libertad.

Diciembre también es un mes propicio al repaso de lo que se hace durante el año. Y en esto cuenta la política. Con respecto a Colombia hay mucho por medir y analizar, tomando en cuenta la violencia predominante, generada por grupos armados, abanderados de diversas causas, sin que ninguna se oriente en la posibilidad de construcción de una nación democrática. Utilizan la beligerancia para atizar una confrontación que suma víctimas todos los días.  Para los grupos aferrados a la subversión pareciera no importarles la paz. La obsesión de matar no les permite entender el valor de la vida como fuente múltiple de creación.

La sociedad civil, que es víctima de todos los engendros de la violencia, debiera ser militante de la causa de la paz. Y entonar en este diciembre cantos que la hagan visible, no como mero jolgorio, sino como meta fundamental de una nación empeñada en el bienestar de su población. La paz en función de los derechos sociales, del desarrollo cultural, de la seguridad ambiental, de la tolerancia, de la soberanía. La paz para ponerle punto final al asesinato de líderes sociales y borrar el secuestro como práctica de lucha. La paz para hacer de la política un instrumento del pensamiento, de las ideas.

Pudiera ser también que este diciembre contribuyera a la lucidez de la comunidad que se opone a que Colombia cambie. Una comunidad surtida de  políticos formados en el odio, de empresarios retrógrados y de “sabios” dogmáticos. Sus discursos son desafiantes y provocadores, pero vacíos, adobados de mentiras. Está del lado de lo más negativo que tenga Colombia.

Y es legítimo que haya oposición, pero esta debe ser responsable o tener sustento de lo que dice. Pero es que, además, los protagonistas de esa postura son los mismos que respaldaron las políticas que no representaron para Colombia ningún avance que erradicara los problemas que se volvieron graves.

¿Será posible que las luces de diciembre alumbren el entendimiento de quienes están en contravía de las iniciativas de cambio?

Puntada

El proyecto del ferrocarril de Norte Santander, acogido por el gobierno nacional debe contar con el apoyo de todos.

ciceronflorezm@gmail.com


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