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¿Listo para casarse?
Iniciar una familia es un mundo diferente, otro estado mental.
Viernes, 1 de Septiembre de 2023

“El que se casa, casa quiere”, repetía mi madre cuando yo era un adolescente, tratando de quitarme de la cabeza cualquier idea nefasta que pudiera invadirme al verme enamorado a los 15 años. La mayoría de nosotros hemos tenido ese primer amor que nubla cualquier razonamiento, y nos hace cometer locuras, y ténganlo por seguro, es mejor que suceda de joven, y no de viejo.

El hecho es que con el pasar del tiempo, los motivos para que alguien decida casarse se han ido modernizando, y los avances tecnológicos como la inteligencia artificial, por ejemplo, deberían mejorar las relaciones de pareja, pero al parecer no es así, y la historia de malos matrimonios se sigue repitiendo. Si los felices novios decidieran acudir a una terapia para determinar cuántas expectativas tiene su relación marital de perdurar en el tiempo; es probable que más de la mitad salieran rajados en ese examen, por eso a nadie se le ocurre semejante idea.

En la época de mi madre la gente se casaba muy joven, porque eso de irse a vivir juntos no era bien visto por los ojos de Dios. Afortunadamente este requisito se ha flexibilizado bastante, y ahora las parejas pueden iniciar su vida marital sin el cumplimiento estricto de ese sacramento, incluso cuando se llenan los formularios para un proceso legal aparece la alternativa “unión libre”, además de soltero o casado, que si bien vamos al caso, no resulta ser una unión tan libre que digamos. Pero eso no significa necesariamente que ya están listos para el matrimonio, supongamos quelogran solventar el primer escollo y ya tiene casa el novio o la novia, porque en estos tiempos modernos y con lo de la igualdad, no es raro que el caballero se vaya a vivir en una de las propiedades de la dama en cuestión.

El segundo requisito, que todos pensarían es el más importante, resulta en profesarse un amor profundo e incondicional, un sentimiento que no todos entienden a cabalidad y se confunde fácilmente con el deseo de la carne y la necesidad de controlar al otro. Cuando la vida de los esposos se convierte en una continuidad de la época cuando eran solteros, las grietas en esa relación que parecía tan sólida empiezan a asomarse.Claro, si antes se ponían bravos, cada quien corría a su casa y por allá como a los 7 días cuando se les pasaba la rabia volvían a un encuentro encantador, y a medida que la historia se iba repitiendo se hacía luego de serenatas, tragos y promesas de arrepentimiento. Pero ahora no, ya no tienen para donde huir y es necesario aguantarse la cantaleta del otro.

Iniciar una familia es un mundo diferente, otro estado mental, es convertirse en otra persona, de lo contrario no hay muchas expectativas de éxito en este “nuevo emprendimiento”, además, debe ser mutuo, de nada sirve que lo haga un solo miembro de esta sociedad conyugal. Después alguno propondrá ir a terapia, para arreglar lo que ya había empezado mal, y tan solo para descubrir lo que estaba a la vista desde un principio.

Cuando los novios no asumen que su vida individual pasa a un segundo plano, que es necesario hacer sentir bien al ser amado, cuidar, respetar y velar por la educación y bienestar de sus hijos,y siguen con esto de “yo soy así”, “tengo derecho a divertirme solo”, “el que me quiera me tiene que querer como soy” y muchos otros etcéteras disfuncionales, me da a entender:¡quérazón tenía mi madre!, todavía no estás listo para casarte.

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