Valorar los esfuerzos de la política educativa lleva a considerar los logros en acceso y en cobertura del sistema escolar colombiano. Por ejemplo, en acceso las tasas de matrícula oficial en 2022 superan el 80% en todos los niveles escolares, que impulsado por la matricula no oficial complementan los logros (casi) universales.
Los retos en acceso se concentran en educación preescolar, especialmente en prejardín y jardín donde la tasa oficial es cercana al 19,6%, mientras que la tasa no oficial es próxima al 80,3%; por su parte en el grado de transición, el sector oficial logra una tasa de 80,2% y el sector privado una tasa de 19,8% en 2022.
Esto muestra que el sistema escolar colombiano detrás de sus logros alimenta condiciones estructurales que reproducen la inequidad y esta se inicia desde la educación preescolar.
El expediente en 2022 no es tan diferente en cobertura dado que, los logros se concentran en todos los niveles educativos, puesto que la tasa de cobertura bruta en transición es de 94,6%, en primaria y secundaria son superiores al 100%, mientras que en media la tasa es de 94,9%. Ahora bien, en cuanto a la tasa de cobertura neta en 2022 Colombia presenta una tasa en transición de 66,2%, en primaria de 87,9%, en secundaria y media: 78,2% y 49,7% respectivamente.
Estos logros deben matizarse al tener en cuenta la tasa de cobertura neta que, a diferencia de la anterior, si tiene en cuenta la edad que deben tener los estudiantes al cursar un grado o un nivel escolar, esto significa que, la diferencia entre las tasas de cobertura bruta y neta expresan la extraedad y probablemente los problemas de aprendizajes que acumulan los estudiantes a lo largo de su trayectoria educativa, que en política educativa implica priorizar recursos financieros, físicos, humanos, pedagógicos, curriculares y didácticos para ofertar un servicio educativo de calidad, pertinente e inclusivo, acorde a las necesidades y las capacidades de los estudiantes.
Aquí se debe considerar que la educación preescolar en Colombia es un privilegio de pocos y el tránsito desde la educación secundaria mantiene un embudo taponado por el cual acceden una porción pequeña de estudiantes hacia la educación media, sin contar con los problemas que presentan al dotarse con aprendizajes poco pertinentes para continuar sus trayectorias hacia la educación posmedia, universitaria y lograr una inserción laboral o empresarial favorable.
Por tanto, pese a los logros en acceso y en cobertura, el sistema escolar colombiano mantiene inequidades y formas de exclusión social. En este sentido, los retos de política pública en Colombia deben concentrarse en mayor medida en los niveles preescolar, en secundaria y en media; sin desconocer que con los últimos datos disponibles para 2022 en Colombia cerca de 787.378 niños, niñas y adolescentes (NNA) se encuentra por fuera del sistema escolar, y las edades más frecuentes donde se presenta este problema es en los rangos de edad de 5 y de 15 a 16.
Al intentar ponerle rostro humano a estos datos y en medio de los logros descritos, como ciudadanía enfrentamos unos retos en acceso y en cobertura escolar, es decir, estos NNA como sus hijos y el mío, deberían ingresar de forma oportuna y completar con éxito sus trayectorias educativas.
En suma, para lograr mejores condiciones de acceso y de cobertura escolar son necesarias acciones institucionales y estrategias locales desde cada secretaria de educación bajo un trabajo articulado con el Ministerio de Educación Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y las secretarias o direcciones de bienestar social en cada municipio y departamento. Y, por supuesto la sociedad civil y especialmente las familias pueden ayudar a que todos los NNA tengan la oportunidad de educarse como principio de una sociedad justa y ordenada como establecía el gran Adam Smith.
