Por estos días hay mucha incertidumbre en Colombia en muchas cosas: lo que puede suceder con el futuro del país, hasta dónde subirá el dólar, la reforma tributaria, la inseguridad, la apertura de la frontera, pero la mayor de todas aquí en Cúcuta, es saber quién será el próximo año el alcalde de la ciudad. Es lamentable como está Cúcuta en desorden, el deterioro de la malla vial, el caos vehicular. Nunca en nuestra historia de ciudad había tal cantidad de candidatos para ser elegido el próximo año, y lo mejor del tema, me lo decía en estos días en un almuerzo un amigo con buena información, hasta ahora, de todos quienes aspiran que hasta el momento han salido, ahí todavía no está el próximo alcalde. Creo que tiene razón. Hasta al mismo profesor Pinto trataron de plantearle una eventual postulación, pero Jorge Luis es un hombre serio y responsable que tenía claro que su tema es el fútbol. Enhorabuena ahora es el nuevo entrenador del Deportivo Cali.
Cúcuta necesita pasar la página y superar estos tres años perdidos en su administración, y el tema es que no podemos seguir ni con los de antes, ni los de ahora. Me explico, en temas de administración municipal Cúcuta vivió esos años de lo que fue la alcaldía de Ramiro en la que las obras se hacían, algo así, como a las buenas o a las malas, y hasta el Cúcuta deportivo fue campeón. Mucha gente en la ciudad estuvo de acuerdo con ese estilo de gobierno, en mi caso no. Meses después la ciudad vivió ese capítulo triste y negro en la que hubo muertes, excesos en los que se nos fue un gran amigo como Alfredo Flórez. Eso fue lo de antes, pero ese antes aún sigue latente en la ciudad. Por ello en Cúcuta algunos de esos candidatos de ahora, no todos, esperan “el apoyo de Ramiro” para las elecciones del próximo año. Algún amigo que sale por estos días a los barrios en campaña me decía, la realidad es que ya mucha gente no quiere a Ramiro.
Los de ahora, que es la actual administración que ganó las elecciones hace tres años, su triunfo fue como un respiro para la ciudad; en mi caso fui uno de los que celebré y participé de ese nuevo cambio para Cúcuta. Sí se le pudo ganar a los de antes, por fin Cúcuta tendrá una alcaldía que podrá sacar la ciudad adelante, eran algunas expresiones que se le escuchaban a quienes llegaban a la nueva administración, y había mucho entusiasmo y expectativas, pero el tiempo ha pasado, ya van más de tres años, y que gran fracaso. Es de tal dimensión que es probable que la ciudad de hace cinco años estaba mejor que la de ahora. Ahora no se puede caminar, ni manejar por el centro de la ciudad, ni por sus calles que están deterioradas, o como me lo decía un taxista cuando íbamos por la diagonal ayer: “Señor, es que andan haciendo es maricadas, mirando cómo se tumban la plata, desde el terminal andan cambiando unos separadores que no solucionan nada, y por las calles de la ciudad no se puede ya circular, entre al barrio de la Merced y trate de manejar señor, y mientras tanto el alcalde sembrando maticas”.
En ese lenguaje popular, el de la calle, el del hombre que con su taxi se gana la vida manejando dentro de este caos de ciudad, ahí hay una gran conclusión de lo que debemos hacer con Cúcuta en el 2022: ni los de antes ni los de ahora. Algo de eso decía en su último editorial Germán Galvis, muchos candidatos que no tienen calidades ni trayectoria, Cúcuta necesita un alcalde de verdad, que no tenga ninguna de las actitudes ni prácticas de los de antes, ni los sueños y delirios de los de ahora. Como decía mi amigo, de los que hasta ahora están saliendo, ahí no está el próximo alcalde.
