Las cosas dependen del cristal con que se les mire, para un suizo Cúcuta puede parecer un “peladero”, pero para un etíope será todo un paraíso, de eso no hay la menor duda. 

Ahora bien, no podemos tapar el sol con un dedo, es claro que tenemos innumerables problemas como lo dejan en evidencia algunas personas en sus comentarios y escritos, pero también hay muchas oportunidades y cosas buenas que nos hacen distintos y con muchas posibilidades.

Que más peladero que Japón después de la segunda guerra mundial, no tiene agua dulce, petróleo ni grandes extensiones de tierra cultivables, hoy es una de las principales economías del mundo. 

Esto demuestra que el problema no es de castigos divinos por la falta de recursos, sino por un simple tema de mentalidad. 

El tema debe trascender de una polarización entre los que dicen que la ciudad es un “peladero” y los que no, nada sacamos con despertar el regionalismo cuando nos sentimos ofendidos por lo que nos dicen, si seguimos votando por los mismos, o cuando seguimos botando la basura en la calle o irrespetando las señales de tránsito, cosas tan básicas y simples como esas son la diferencia entre acercarnos más al paraíso que al peladero. 

Mientras sigamos indignándonos tanto por lo que escribe “Pedro” o “Pablo” y no por que “Jorge” maneje borracho, o porque “Juan” se embolsille la plata del municipio, nada va cambiar, seguiremos peleando como perros y gatos entre nosotros, mientras la ciudad seguirá haciendo todos los méritos para parecer más un peladero que un paraíso. 

Sabemos que las malas administraciones en la ciudad son parte del problema, pero no el único. 

¿Qué pueden hacer “María Eugenia” o “Ramiro” si los “indignados” votan por ellos? 

Ellos proponen su estilo e idea de hacer política, pero sin los votos no podrían ganar, ¿entonces de donde salen los votos? 

Pues de la gente que por alguna “motivación” les termina dando el apoyo.

Lo más fácil siempre será echarle la culpa a los políticos, pero la responsabilidad siempre será de todos, por acción o por omisión, o sea que de usted y de mi depende directamente si Cúcuta es un “paraíso” o un “peladero”, así que ¡no nos hagamos más los toches!