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Olimpandémicos
Es claro que Japón pierde con la ausencia de público, pero gana al mostrar su capacidad de manejar unos juegos olimpandémicos.
Sábado, 31 de Julio de 2021

Las Olimpiadas Tokio 2020, celebrándose en 2021, se realizan sin público en instalaciones muy modernas y capacitadas para recibir gran cantidad de público, lo cual las hace aún más raras y semifantasmales, por culpa de la pandemia del covid19, lo que las convierte en unos juegos olimpandemicos. Solo en el ciclismo de ruta, que permitió a la gente salir a las calles, hubo público que hacía parecer a los juegos de Tokio 2020, unas olimpiadas “normales”.

Se esperaba un millón de turistas, y un país como Japón tenía todas las capacidades para atenderlas. Estas singulares olimpiadas han permitido que el público televidente, el único posible oiga los diálogos entre deportistas y entre ellos y el cuerpo técnico; interesante oír en clavados sincronizados femeninos a la líder de cada equipo dirigiendo los movimientos desde el trampolín o la rampa. Japón siempre ha tenido una gran capacidad de adaptación, y esta olimpiada lo comprueba. Es claro que Japón pierde con la ausencia de público, pero gana al mostrar su capacidad de manejar unos juegos olimpandémicos, que siempre serán recordados por su singularidad.

Se nota también una merma en la calidad deportiva, pues los ciclos de entrenamiento habituales se rompieron, llevando a que en varias disciplinas se obtengan medallas con tiempos inferiores a los de Río 2016, y muchos consideran que la normalidad olímpica solo volverá hasta Paris 2024. Si alguien tenía dudas del efecto mundial de la pandemia exportada por China, solo basta que vean Tokio 2020, juegos que de manera paradójica es posible que gane China.

Como cosa novedosa dos delegaciones están bajo bandera olímpica: la de los deportistas refugiados en otros países por necesidad de huir de su país de origen, y la del comité olímpico de la federación rusa, que no puede estar bajo la bandera de ese país, por ser declarado un país con una política gubernamental de dopaje sistemático sobre sus deportistas, herencia mantenida de la ex Unión Soviética, el modelo campeón del todo vale. Una variante de todas las formas de lucha.

La exclusividad de Caracol televisión para los derechos de televisión en Colombia, ha restringido un acceso más amplio a todos los deportes de la olimpiada. Afortunadamente nos queda Youtube, para los que esperábamos que por televisión por cable pudiéramos ver lo que quisiéramos; solo se salvó Claro, pero originado en México.

Esperábamos que ya para este momento se hubiera logrado superar la pandemia, pero parece que va a ser más difícil y demorado de lo esperado. Tokio 2021 estuvo a punto de cancelarse. La gran lección de los Olimpandémicos es que el género humano, a pesar de los riesgos, quiere saltar más alto, avanzar más rápido y ser más fuerte. Es un grito mundial de esperanza mostrando todo el poder del deporte que, en la mala educación colombiana, y en gran parte por ello es su pobre resultado, ocupa un lugar marginal.

El pensum de escuelas y colegios está lleno de materias relleno que se han ido incorporando por coyunturas políticas, y las instalaciones adolecen de escenarios para hacer deporte, algo que es central en los países desarrollados. El deporte es la mejor escuela para solución de conflictos de manera pacífica, sin tener que oír cátedras sobre el tema llenas de ideologización; el deporte enseña a trabajar en equipo, y a ceder mis intereses a la estrategia del grupo, sin tener que hacer “clases” sobre coaching o cosas parecidas; y el deporte enseña a respetar nuestro cuerpo y a saber exigirle hasta su límite, cosa que tampoco se aprende verbalmente. Eso además de los beneficios de salud, de mejora en el pensamiento abstracto por la adecuada oxigenación del cerebro y el uso fructífero del tiempo libre. Todo eso es marginal para los burócratas y sindicalistas de la educación.

El deporte evita que la juventud se convierta en insumo de los grupos marginales, ¿será por eso qué el deporte es marginal en la educación?

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