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Plan y ciudad
El futuro de la ciudad requiere de una gran apuesta que trascienda los postulados de cualquier plan de ordenamiento.
Miércoles, 16 de Noviembre de 2022

En noviembre de 2020, nos preparábamos para cerrar un año con la esperanza de que las pruebas diagnósticas dieran lugar a antivirales y vacunas que permitieran hacer seguro el contacto humano y la proximidad. Dos años después, la población mundial ha aumentado en más de 150 millones de personas, las cuales se concentran en las ciudades en una proporción mayor al 80%. ¿Por qué la ciudad y no el campo? Porque las ciudades (no todas…) es donde se concentran las oportunidades, la riqueza y el empleo y donde tenemos mayores posibilidades de desarrollarnos. Son el más grande logro humano en toda la historia y, por lo tanto, requieren un plan, pero sobre todo la capacidad para formular e implementar dicho plan. Y así como las ciudades evolucionan, sus planes tienen que actualizarse.

La COVID-19 no llegó al extremo de modificar las pautas urbanas de manera notable, como si lo hicieron en el pasado la tuberculosis, el cólera y la peste, pero si puso de manifiesto de manera urgente que se deben resolver de manera estructural los problemas sanitarios, de congestión, seguridad y acceso a las oportunidades productivas. Conceptos que se traducen en cuestiones sociales de primera línea como el espacio público, la vivienda digna, educación, cultura, salud y biodiversidad.

El futuro de la ciudad requiere de una gran apuesta que trascienda los postulados de cualquier plan de ordenamiento. ¿Qué si será densa, compacta, peatonal, diversa, sostenible y bien conectada? ¿O será dispersa, expandida sin control, devorando áreas naturales y demandando grandes recursos para los desplazamientos cada vez mayores?

La experiencia amarga del confinamiento dejó como reclamos unos mejores estándares habitacionales y el teletrabajo y teleaprendizaje permiten nuevas formas de ser productivos. Es inevitable entonces pensar que la apuesta por la ciudad debe ser verde y digital.

El urbanismo es posible, artículo de Oriol Bohigas publicado a inicios de 1980, y quien fuera responsable de la transformación de Barcelona. Allí cuestionaba la pertinencia de los planes urbanos como herramientas eficaces frente a la gobernanza de la ciudad y planteaba la ejecución de obras concretas que transformaran el territorio. Afortunadamente, esta tesis quedó superada en la práctica por una muy sólida reflexión estratégica y el soporte administrativo para poner en marcha el Plan metropolitano de Barcelona, sin que se diluyera en aspectos burocráticos.

Es claro, que los planes urbanos convencionales referidos a la regulación del uso del suelo y la zonificación de la ciudad, que se sustentan en un entramado legal sumamente obsoleto, han sido insuficientes e insignificantes para lograr los retos que el crecimiento urbano impone en aspectos básicos como la salud, sostenibilidad, resiliencia, movilidad, etc. Pero de otra forma los planes de ordenamiento y sus herramientas son las mejores herramientas con las que cuentan los ciudadanos y sus gobernantes para confrontar los cambios. Simplemente que esto no se logra solo con la voluntad o el trabajo de 3 o 4 personas.

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