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¿Realmente buenas noticias?
El Eln es y será siempre en la memoria colectiva un grupo sanguinario, secuestrador, extorsionador y lesivo con el medio ambiente.
Viernes, 1 de Abril de 2016

No obstante el anuncio del Gobierno y el Eln desde Caracas de iniciar formalmente conversaciones con miras a un proceso de desmovilización de esa guerrilla son buenas noticias para el país, el marco en el que se da la “buena nueva”, no es tan optimista y real como parece.

Empezando por el pésimo manejo que le dio el gobierno en las previas a este anuncio con la salida en falso del ministro Cristo, así haya querido corregir después, cuando la familia del secuestrado Cabrales aclaró que por su rescate se pagó una fuerte suma, y que no hubo tal gesto de buena voluntad de parte del Eln, por lo que el ministro se “enfureció” con los que no debía, nada menos y nada más que con la víctima, en lugar de hacerlo con los victimarios. Mal paso ministro, de dignos es reconocerlo y no defender lo indefendible.

Esa primera imagen deja un mal sabor de cosas que ya hemos visto en el proceso con las Farc, y es la tendencia de Santos de tapar y tapar, las aberraciones de la guerrilla, para no discordar con la intención de sentarse a dialogar.

Craso error otra vez, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y el pueblo colombiano no traga entero. No se sabe quién asesora al gobierno en estas coyunturas pero se siguen equivocando a costa de un mayor desprestigio del presidente.

El Eln es y será siempre en la memoria colectiva un grupo sanguinario, secuestrador, extorsionador y lesivo con el medio ambiente de una manera casi aberrante y estúpida.

De parte suya es un gesto casi increíble el hecho de acceder a un proceso de dialogo, pero esto no obvia que en algún momento deben responder de alguna manera por sus crímenes. Intentar impunidad para llegar a un acuerdo sería devastador para el país y sus miles de víctimas.

Hechos como la crónica del diario El Espectador sobre el secuestro de Javier Alvernia, joven ganadero del Cesar, secuestrado y probablemente muerto en cautiverio en 2014, sin ninguna explicación lógica
pone de manifiesto que las heridas producidas por este grupo están abiertas y han causado inmenso dolor a miles de familias inocentes.

Sorprendentemente, y ante tanta permisividad del ministro del Interior, el de Defensa, Villegas por fin se muestra enérgico en un comunicado y anuncia que a pesar de los diálogos seguirá combatiendo a esta guerrilla donde delinca.

Sin embargo, los pobladores de nuestro departamento, región históricamente azotada por el flagelo del Eln, ven escépticos estos cantos de guerra, pues en sus pueblos y veredas los Elenos campean como” Pedro por su casa”, haciendo de las suyas, muchas veces en connivencia con gobernantes locales y el gobierno central y sus fuerzas armadas se hacen los de la vista gorda.

Ante este panorama, que querrá decir Santos con que este proceso debe desarrollarse a partir de las regiones.

¿Habrá que pactar con ellos la repartición política y de tierras de acuerdo a su poder intimidatorio? ¿En qué condiciones de inequidad las poblaciones atávicamente sometidas a la fuerza por este grupo se sentaran a hablar con sus victimarios? ¿A quién va a respaldar el Estado colombiano?

Preguntas y más preguntas surgen y vendrán muchas otras, pero el Estado debe garantizar total transparencia y respaldo al ciudadano común, a los civiles, antes que a los criminales. Sería nefasto para el futuro que los rescoldos de una mala paz quedaran prendidos, cualquier chispa de frustración e injusticia, prendería una nueva violencia tanto o más devastadora que la actual. En el afán de quedar bien este gobierno ha cometido muchos errores, no se puede seguir usando estas noticias para tapar la grave situación energética, ambiental, económica y judicial que atrapa la atención diaria de los colombianos.

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