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Resistencia civil
La resistencia que plantea Uribe no es un método como el de Gandhi o Luther King, sino una herramienta política de su oposición.
Domingo, 15 de Mayo de 2016

Mahatma Gandhi se consolidó como uno de los políticos y activistas más importantes de Occidente, no sólo porque sus principios favorecían las ideas nacionalistas que le permitieron a India emprender el camino hacia la independencia del dominio británico, sino que además se inclinaban a la transformación de la sociedad india.

Los principios de la ética política de Gandhi se dividen en dos: resistencia y verdad, principios que hasta el día de hoy son empleados en diversos discursos políticos y debates en torno al concepto de democracia.

No obstante, estos principios no fueron del todo novedosos, por el contrario, hicieron parte de una filosofía que actualizó elementos de la cultura ancestral de los pueblos de India.

En este sentido, las enseñanzas de Gandhi estaban profundamente relacionadas con el conocimiento ancestral y alineación moral de la sociedad india.

Una de estas enseñanzas fue la desobediencia civil, o resistencia civil, la cual se caracteriza por ser un método para defender los derechos y apelar en contra de las injusticias que se presenten en un orden social.

Del mismo modo, la resistencia civil se puede ver como la no tolerancia frente a las acciones inmorales.

Sin embargo, para que haya resistencia civil no basta con hacer oposición ante una injusticia o mal, también debe haber una coherencia moral entre el fin y los medios.

Nada de lo que se describió corresponde al movimiento que quiere encauzar Álvaro Uribe.

La resistencia social que plantea el senador no es un método para defender los derechos a través del sufrimiento personal, como el de Gandhi o Luther King, sino una herramienta política de su oposición.

En la resistencia civil se ve inmersa una unidad dialéctica entre la negación del orden instituido, y la llegada de un nuevo orden social.

No obstante, en el fenómeno del Centro Democrático esta dialéctica no se cumple por ningún lado, debido a que no proponen ningún orden social novedoso que beneficie a los ciudadanos, sino la imposición decimonónica de la primacía de la violencia y el miedo.

El nihilismo moral de Uribe está procreando una masa amorfa de ideas y pensamientos en torno a una supuesta resistencia civil malentendida. El expresidente y sus seguidores están haciendo negocios con la conciencia política, lo cual resulta gravemente perjudicial para la sociedad colombiana.

Además, el líder nato del Centro Democrático quiere que Colombia haga las veces de India en el período de dominio británico, donde reinaba el miedo. Él quiere que vivamos con miedo a las guerrillas, la izquierda, el socialismo, el ‘castrochavismo’ y el ‘narcocomunismo’, presuntos fantasmas que sólo las balas pueden destruir.

En torno a la resistencia civil de Uribe hago una reflexión: Como la dominación es una relación cambiante que requiere ser actualizada, el senador requiere posicionarse nuevamente en esta relación de la forma más conveniente posible, como un depredador confundido que busca su lugar en la cadena alimenticia.

Si bien es cierto que la oposición es saludable, necesaria y valiosa dentro de un gobierno democrático –sea cual sea esta oposición–, el pueblo pide juego limpio, y la ‘resistencia civil’ de Álvaro Uribe y compañía no lo es, ya que la violencia y el miedo no son herramientas válidas para luchar contra las ‘injusticias’ de nuestra sociedad.

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