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Siquiera se acabó este Mundial
Este Mundial terminó el día en que el árbitro se la veló a nuestra Selección y nos sacó.
Miércoles, 11 de Julio de 2018

Digo que siquiera se acabó el Mundial de fútbol, aunque aún no se ha acabado, porque para los millones de colombianos, que nos jugamos la vida en los guayos de nuestros muchachos, este Mundial terminó el día en que el árbitro se la veló a nuestra Selección y nos sacó, de la manera más injusta, del campeonato del balón y las patadas.  
   
Siquiera se acabó este Mundial que nos dejó un sabor agridulce y la sensación de que alguien (la Fifa, los ingleses, los mandamases, los políticos, los apostadores) alguien le había metido la mano al partido entre Colombia e Inglaterra, para que el infame pitador pitara en contra nuestra a lo largo y ancho del partido.
   
Siquiera se acabó este Mundial, que aún no se ha acabado, pero que perdió todo su encanto para los colombianos y los amigos de Colombia. El mismo día que le robaron el partido a Colombia, apagué el televisor y no he vuelto a prenderlo porque se me desgranan las lágrimas al ver que allí, disputando la semifinal y la final, nuestra Selección hubiera podido estar, de no ser por ese árbitro mala leche (iba a decir una palabrota que ahora utilizan mucho los muchachos, pero que no la digo por respeto a las señoras que me leen. Iba a decir “ árbitro gonorrea”, pero mejor me callo).
   
Siquiera se acabó este Mundial, y ahora a esperar al de Katar, dentro de cuatro años, para que el mundo entero vea cómo la gloriosa Selección Colombia es capaz de llegar a la final, siempre y cuando los que mangonean en el fútbol no nos hagan zancadilla.

Pero no todo fue malo en el Mundial. Le enseñamos al mundo cómo es que cabeceamos los colombianos. Algunos en la cancha, haciendo goles inatajables como los tres que hizo de cabeza, en tres partidos diferentes, nuestro negro de oro, Jerry; otros, ya mayorcitos, cabeceando en la iglesia mientras el cura se desgañita tratando de arrancarnos de las garras del Mandingas. Otros cabecean en reuniones, en conversatorios, o mientras esperan al jefe que asiste a alguna junta.  Otros cabecean, a su modo, estirando el pescuezo a ver qué están hablando los vecinos. Somos, pues, buenos cabeceadores, y ahora ya el mundo entero lo sabe.

Mostramos la alegría de los colombianos que se fueron a Rusia, con papayeras y camisetas amarillas y banderas tricolor. El chiste es que Putin había prohibido la salida de los colombianos, de Rusia, porque eran ellos los que le ponían alegría al Mundial. Somos, pues, buenos recocheros y ya el mundo entero lo sabe.

Y el mundo entero ahora sabe que los cucuteños hacemos falta en todo, como hizo falta James, que no pudo jugar, y tampoco pudo dar declaraciones después de la derrota porque la tristeza le trabó la lengua. Somos muchos los que pensamos que si hubiera jugado James en ese partido, otro gallo nos hubiera cantado, por encima del árbitro y de la Fifa.

A nivel cucuteño también nos fue bien. En la Academia de Historia, por ejemplo, hubo un conversatorio sobre el fútbol: historias, anécdotas, cuentos, leyendas. Fue una tarde sabrosa en la que Burrito González mostró su chispa humorística, además de sus conocimientos sobre fútbol, pues fue jugador, y de los buenos, del Cúcuta, del Cali, y alguna vez hizo parte de la Selección del país.

Allí estuvo el mundialista de 1962, Rolando Serrano; el argentino cucuteñizado Hugo Horacio Lóndero; el ex arquero y hoy flamante abogado Armando Santafé; el Mico Santander, Núñez, Contreras y otros que sudaron la camiseta rojinegra y que con sus anécdotas futbolísticas nos alegraron la tarde. 

De modo que, a excepción de la eliminación de nuestra Selección, lo demás fue bueno en este Mundial. La cita es ahora en Katar, de donde nos traeremos la copa. Seguro que sí.

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