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A Cúcuta se le está acabando la pared como al borracho, no olvide eso al votar. 
Viernes, 3 de Mayo de 2019

Tema 1. “Algunos hombres cambian de partido por el bien de sus principios, otros cambian de principios por el bien de sus partidos”. Esta frase churchilliana, me trajo a la mente personajes como César Gaviria y Germán Vargas Lleras, hoy aliados de la izquierda, queriendo hacer valer ante el gobierno Duque su derecho a la “mermelada”. Ambos apoyaron negar las objeciones a la JEP, así se fueran en contra de las víctimas, en un acto de “fuerza parlamentaria”. Como de Gaviria recordamos su acuerdo de la Catedral con Pablo Escobar, no nos extraña su apoyo a los victimarios; en cambio, si causa extrañeza esa alineación de Vargas Lleras, quien en campaña presidencial juró acabar la mesa de La Habana desde el primer día de su gobierno, en caso de ganar la presidencia, y ahora hace “coalición “con sus viejos enemigos. Como colofón podemos decir con Groucho Marx, el famoso cómico gringo de la primera mitad del siglo XX: “Estos son mis principios, pero si no le sirven, tengo otros”. Mucha gente se pregunta hoy como Venezuela llegó donde está, pero se olvidan que el socialismo medra en los intersticios de la vanidad y codicia de los dirigentes políticos no izquierdistas.  

Nota 2. En la columna pasada envíe un cuestionario para los candidatos a la alcaldía, queriendo mostrar la necesidad que se vote por candidatos que realmente tengan un programa de gobierno coherente y serio. Pero no solo basta el mensaje, es aún más importante mirar el mensajero. Si el candidato que presenta un programa no es creíble porque su pasado lo define, o ya ha ejercido el cargo y no logró nada, o si ha sido un funcionario consuetudinario de la administración municipal, saltando de “puesto en puesto”, sin nada que mostrar, no importa lo que diga, nada se le debe creer. A Cúcuta se le está acabando la pared como al borracho, no olvide eso al votar. 

Nota 3. En su libro Rumbo a Tartaria, de Robert D. Kaplan, que relata el viaje del autor por lo que fuera el antiguo imperio tártaro (parte de Europa oriental, gran parte de Rusia y parte de China, hoy), realizado después de la caída de la Unión Soviética, muestra cómo funcionaban en verdad esos estados comunistas. Pero lo que quiero resaltar, es lo que varios profesores en los diferentes países le dijeron a Kaplan: que el autoritarismo se basa en la centralización. Cuando Stalin subió al poder en la Unión Soviética convirtió a los gobernadores de los diferentes estados y regiones, sólo en eunucos sin poder, pues esté se concentró en el dictador. Es lo mismo que vemos hoy en Venezuela, donde el dictador elimina cualquier poder regional, elegido o no, concentrándolo en él. El gobierno de Santos, por su parte, no sólo rompió la juridicidad colombiana, sino que adelantó un proceso continuo de recentralización que le sirve mucho a nuestra izquierda, que aspira llegar al poder para retenerlo permanentemente. Gobernantes regionales como los alcaldes de Barranquilla y Medellín, futuras figuras políticas nacionales, deberían liderar desarrollar el principio constitucional de la descentralización real, no la que tanto defiende el Departamento Nacional de Planeación, que no es más que “goticas” de descentralización, reservándose ellos las grandes decisiones regionales. Sólo la descentralización nos puede salvar del camino al socialismo del siglo XXI que llevamos. No contamos con nuestros parlamentarios, entusiastas ayer y hoy, de la recentralización.

Nota 4. El llamado paro nacional, mostró una vez más como la izquierda impuso su discurso del malestar social para montar asonadas que den la percepción de un país en contra del gobierno. Expertos en estas lides, nuestros líderes “progresistas” montan estos espectáculos ante la mirada atónita (¿o tonta?) del resto de ciudadanos. Y la prensa registra ataques de la fuerza pública a periodistas free lance, del mismo grupo de los estudiantes free lance que quisieron acabar la catedral primada. Está en plena marcha la estrategia de todas las formas de lucha: guerrilla legal, guerrilla disidente y guerrilla multinacional, más medios y funcionarios estatales. “No preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”, decía Hemingway. 

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