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Un balance con déficit
La educación, la salud, la protección ambiental registran desajustes innegables. A lo cual se suman las viciadas prácticas de la política, con la complicidad de los dirigentes que se lucran de ese deleznable ejercicio.
Domingo, 31 de Diciembre de 2023

Al finalizar 2023 en Colombia siguen pendientes muchas deudas acumuladas. Son los problemas que se dejaron crecer y agravar porque los gobiernos han preferido apostarle al interés de la “mezquina nómina”, en detrimento de los derechos colectivos.

La violencia, por ejemplo, que se ha generalizado en la nación no ha sido siempre tratada como debiera ser. Las acciones emprendidas en los mandatos de Virgilio Barco y Juan Manuel Santos llevaron a exitosos acuerdos de paz con grupos armados combatientes, pero la implementación no tuvo los desarrollos adecuados, sobre todo en el caso de las Farc. El gobierno de Iván Duque buscó hacer trizas lo pactado y hasta se llegó a un manejo negativo de recursos destinados a la paz.

La violencia se volvió un mal extremo. El asesinato constante de líderes sociales, de defensores de derechos humanos, de protectores del medio ambiente y de firmantes del Acuerdo de paz con las Farc es un adefesio. Lo fue también el exterminio de los militantes de la Unión Patriótica y la ejecución extrajudicial de los 6.402 jóvenes haciéndolos pasar por guerrilleros abatidos en combate cuando eran jóvenes inocentes.

Las soluciones que demanda el régimen de propiedad de la tierra no se han aplicado con la contundencia que se requiere y este nudo es un factor de mucha estimulación del conflicto armado. El despojo de predios a sus legítimos dueños, con desplazamiento y desaparición forzada incluidos irriga los desatinos ya padecidos.

Pero no es ese el único desvío de afectación en Colombia. Los indicadores de la desigualdad están en la cotidianidad de la nación.

La educación, la salud, la protección ambiental registran desajustes innegables. A lo cual se suman las viciadas prácticas de la política, con la complicidad de los dirigentes que se lucran de ese deleznable ejercicio.

Se pensó que 2023 podía ser un mejor año para Colombia por los vientos de cambio que llegaron con los resultados electorales de 2022. Las propuestas de cambio lideradas por el hoy presidente Gustavo Petro generaban una perspectiva de renovación y se abrió el debate con la participación de un Congreso pluralista.  Aunque en el comienzo hubo cierto apoyo ese entendimiento se fue resquebrajando bajo la presión de influencias retrogradas opuestas a un modelo de justicia social. Hay quienes no ceden en esa postura. Prefieren más de lo mismo aunque admitan que existen condiciones negativas para la mayoría de los colombianos.

Colombia necesita las reformas que se han propuesto. Se trata de cerrar unas brechas hostiles, de fortalecer el Estado social de derecho, de garantizar una democracia que sea cierta, de dejar atrás ese negacionismo dogmático predicado por los “sabios” del establecimiento sin importarles que la nación  zozobre en la desigualdad.

¿Por qué no aceptar la salud es un derecho y no un negocio? ¿Por qué no reconocerle a los trabajadores lo que les corresponde? ¿Por qué no hacer de la educación el gran motor   de desarrollo, con saberes de formación, con dinámicas que generalicen el conocimiento?

Hay que insistir en los objetivos de cambio para que el país no se siga quedado atrás.

Puntada

A toda la comunidad nortesantandereana nuestro solidario saludo de año nuevo y que 2024 supere lo perdido en 2023.

ciceronflorezm@gmail.com 


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