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Un buen alcalde para Cúcuta
No nos podemos seguir equivocando en la elección de más alcaldes comprometidos e impulsados por las mismas castas políticas incrustadas por décadas en nuestra región que sólo les interesa llenar sus alforjas y la de sus amigos.
Viernes, 23 de Septiembre de 2022

He revisado con mucha atención el listado de candidatos que los periodistas locales han asomado como posibles a ocupar el primer cargo del resorte municipal. Una veintena de nombres, unos conocidos por haber ocupado algunos cargos públicos de cierta importancia, otros menos conocidos por haber ocupado curules en el concejo municipal, y otros, ilustres desconocidos para la mayoría de los habitantes de nuestra ciudad, que tienen en común que no despiertan el interés de los votantes. 

No nos podemos seguir equivocando en la elección de más alcaldes comprometidos e impulsados por las mismas castas políticas incrustadas por décadas en nuestra región que sólo les interesa llenar sus alforjas y la de sus amigos. Tampoco, sacar al azar un ilustre desconocido, en rechazo a los políticos de turno, sin preparación en la cosa pública, como nos sucedió en el pasado con varios mandatarios que frenaron el impulso económico en nuestra ciudad. 

Y no es que esté solicitando, sería insólito, que desconozcamos las fuerzas políticas en nuestra región, son fundamentales en una elección, ni a las fuerzas vivas del sector privado, aunque poco participan, pero que también son esenciales. 

De los que impongan los unos o los otros, no debe elegirse el alcalde de Cúcuta, estaría supeditado a las órdenes de estos y seguiríamos en las mismas. 
El alcalde debe ser una persona independiente, con experiencia en la cosa pública, con probada honestidad, difícil de conseguir si ha trajinado por lo público, que no aborrezca a los políticos pero que tampoco los alabe sin merecimientos.

Un alcalde independiente, que consiga el respaldo de la clase política sin contra prestaciones previas, que trabaje con ellos una vez elegido, que se apoyen mutuamente en beneficio de la ciudad. Que los ayude en burocracia, sostén de la política, eso sí, con muy buenos candidatos, que los hay en todos los partidos. Y no me vayan a malinterpretar, que los políticos no impongan al candidato, sino que se peguen al que puede ser un buen alcalde para Cúcuta. 

A propósito, me atrevería a sugerir un nombre que no está sobre el tapete, por lo menos porque él abiertamente no ha manifestado públicamente esa posibilidad, se trata del médico pediatra Juan Agustín Ramírez Montoya. 

Lo conocí por allá en el año 1988, siendo yo auditor de la Contraloría General de la República y él médico pediatra del hospital Erasmo Meoz, en esa época me decía: “Uno puede meter las patas pero no las manos para robarse el erario público”. 

Y a fe cierta que lo ha cumplido, en los cargos de Secretario Departamental de Salud, gerente de la Caja Departamental de Previsión, jefe de pediatría y director del Hospital Erasmo Meoz y ahora director del Instituto Municipal de salud, donde ha desempeñado una excelente gestión y no les ha metido las manos a esos recursos. Además, con genes de moralidad, hijo del exalcalde de Cúcuta Juan Agustín Ramírez Calderón y sobrino del médico Pablo Emilio Ramírez Calderón, los dos (Q.E.P.D.), hombres reconocidamente probos, faros morales de la comunidad cucuteña.

Si los políticos dejan a un lado su egoísmo y piensan altruistamente en su ciudad, ahí les dejo ese trompo en la uña.

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