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Vientos de guerra
La guerra apenas comienza para la primera vuelta presidencial.
Domingo, 20 de Marzo de 2022

Soplan poderosos y preocupantes vientos de guerra en Colombia. Y no solo de los fusiles del Eln, Clan del Golfo o disidencias de las Farc, que ante la incapacidad del gobierno crecen y hacen daño en distintas regiones, sino la guerra verbal entre Petro y el uribismo, que amenaza con destrozar la institucionalidad y hacer ingobernable este país.

Fuimos notificados por los dos extremos que solo reconocerán los resultados de las elecciones si ellos son los triunfadores. Desde hace ya un tiempo en el Pacto Histórico advertían sobre el fraude electoral y en distintas declaraciones a los medios de comunicación sus voceros mas autorizados señalaban que no reconocerían los resultados, sino coincidían con el de sus propios sistemas de información electoral.

 Hace unas semanas el expresidente Pastrana denunció, con igual irresponsabilidad, un posible fraude orquestado, según él, por Petro,el Registrador y la empresa española Indra. Imaginen el absurdo! Y ayer el jefe máximo del uribismo,  sale a desconocer los resultados del 13 de marzo con argumentos falaces. Así de simple y peligroso. Todo un expresidente como Uribe, elegido en dos ocasiones con el actual sistema electoral, notifica a los colombianos que no reconoce los resultados del 13 de marzo porque perdió y el ganador fue su enemigo Gustavo Petro.

Sin lugar a dudas estas declaraciones amenazan con llevarse por delante la democracia y al país. Sergio Fajardo advirtió hace 4 años los riesgos de la polarización y muchos se burlaron de esta aseveración. En todo este tiempo, desde distintos sectores, se dedicaron con éxito a construir de él la imagen de “tibio” por su negativa a matricularse en uno de los dos extremos. Pues bien, ahora vemos los dramáticos resultados de este enfrentamiento.

La guerra apenas comienza para la primera vuelta presidencial y ya los resultados del 29 de mayo cuestionados de antemano por el uribismo y por Petro. El daño está hecho y la confianza de los ciudadanos en su sistema electoral por el piso. Desde 1970 no se presentaba un clima de desconfianza en las autoridades electorales como el que vivimos hoy.

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” reza un adagio popular. En el 2016 tuvimos la elección del plebiscito por La Paz con absoluta transparencia. El gobierno perdió por menos del 1% de los votos y a las dos horas de cerrarse las urnas el Presidente Santos, con la gallardía y sensatez de un estadista, reconoció su derrota.

En el 2018 presenciamos las elecciones presidenciales y de Congreso más seguras, tranquilas y organizadas de la historia, en las que el triunfador fue el principal partido de oposición, sin que a nadie se le ocurriera dudar de sus resultados. Hoy, tras 4 años del pésimo gobierno uribista de Duque, con las instituciones en su peor nivel de desprestigio y desconfianza, nuestra democracia se encuentra seriamente amenazada, por cuenta de un gobierno de aprendices que no tiene ninguna dimensión de estado, y del discurso violento y radical de los extremos a quienes no importa tirarse el país para lograr sus propósitos.

Ese es el escenario que quieren perpetuar ahora. Quieren hacer creer a los colombianos que ya no nos quedan sino dos opciones para elegir. Pretenden anticipar la segunda vuelta para el 29 de mayo. No es cierto que estemos condenados a esas dos alternativas. Para eso es la primera vuelta, para escoger, no para descartar.

Si queremos seguir en la guerra en todos los aspectos, en la ingobernabilidad actual, en la descalificación del adversario, están las dos opciones que desde ya nos anuncian que están dispuestos a incendiar a Colombia si no son los ganadores. Si por el contrario, queremos pasar la página del miedo, el odio y la rabia como armas políticas, tenemos la opción de centro, la de votar con Esperanza. La pesadilla de estos días es solo el abrebocas de lo que viviremos los próximos meses de elecciones, peor aún, los próximos años de gobierno, si nos equivocamos el 29 de mayo.

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