Cada que juega la selección Colombia de fútbol, el país entero toma partido, y de eso se mueve buena parte de la economía, principalmente la informal y ejemplo fehaciente es la ciudad de Cúcuta, cuya informalidad está por el orden del 70 por ciento.
El miércoles que pasó se realizó un paro de una franja del comercio contra la ley anticontrabando y de este participaron todos los informales menos quienes venden mercancía alusiva a la Selección.
No sabemos si pudo más el fervor por el trabajo que la orden de paro, el equipo colombiano jugaba esa noche contra Brasil y durante el día los buhoneros ofrecían sus mercancías así no hubiesen compradores. El seleccionado de fútbol contagia, alegra, estimula y sirve para disculpas de toda índole, hasta para ponerse “bravo” cuando pierde.