“La iglesia Católica está comprometida con la paz y es nuestro deber invitar a los colombianos a participar de este proceso, pero no como borregos, sino como gente pensante, responsable y preparada”, enfatizó el sacerdote Darío Echeverri, secretario de la Comisión Nacional de Conciliación, a los cerca de 150 sacerdotes de la Diócesis católica de Cúcuta que participaron del taller ‘La Iglesia Colombiana de frente a los Acuerdos de Paz’.
En este corto espacio de reflexión y diálogo, Echeverri socializó los puntos que hacen parte del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado, en La Habana (Cuba), entre el Gobierno de Colombia y las Farc.
El sacerdote le reiteró al clero que su tarea evangelizadora va más allá de lo espiritual y consiste en promocionar y velar por los derechos humanos y una democracia sana y responsable.
“Nuestra tarea es promover al hombre y no nos podemos liberar de este compromiso”, aseveró.
Luego de explicarles a los sacerdotes de la ciudad los puntos de los acuerdos de paz, los invitó a replicar lo aprendido en sus comunidades para que la iglesia cumpla con su aporte de la construcción de una Colombia reconciliada y en paz.
Según Echeverri los puntos que más inquietan a la comunidad y al clero tienen que ver con las zonas de reserva campesina y los derechos de las comunidades y la erradicación de cultivos ilícitos.
“ Hay gran escepticismo y desconfianza de que la erradicación pueda llegar a ser voluntaria, los sacerdotes creen que esto es casi un sueño y una ilusión”, explicó. “ También genera desconfianza es la posibilidad de que muchos miembros de las Farc se queden por fuera de los compromisos y la entrega de armas solo sea las hechizas y no las armas de verdad, pero contra viento y marea vamos a seguir trabajando por la paz”.
Echeverri dijo que aunque el plebiscito, que se realizará el próximo 2 de octubre, no es un tema fácil, hay que acostumbrarse que la verdad no se impone con las armas sino con un ejercicio libre y un dialogo fraterno.
La Opinión