Algunos vecinos de la parte baja del barrio Rudesindo Soto están molestos con Veolia, empresa que presta el servicio de aseo en Cúcuta y el área metropolitana, porque no realiza sus funciones en la zona. Pero, contrariamente, la entidad asegura que sí cumple con su operatividad, pero de otra forma.

El problema comenzó cuando Luis Claro, edil de la Comuna 9, vio que el contenedor de desechos, ubicado en la avenida 31 con calle 25, estaba algo dañado, así que pidió a Veolia que se lo llevaran para unos arreglos.

El contenedor volvió a su punto habitual, pero cuando menos se dieron cuenta, ya no estaba y al preguntar por este, nadie les dio respuesta.

Para la comunidad esta situación se volvió insostenible, ahora muchos dejan sus bolsas a la intemperie y al alcance de habitantes de calle, quienes las abren en busca de algo para comer.

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De igual forma, los perros y otros pequeños animales se acercan a los desperdicios y terminan regándolos por toda la calle, provocando malos olores y desorden en el lugar.

Según el edil, el camión de la empresa llegaba al barrio sin ningún inconveniente, pero desde hace un tiempo dejó de pasar, “nosotros no vamos a pagarle a esa empresa hasta que nos notifique que van a recoger la basura y no entendemos porqué nos cobran barrido cuando las calles están sin pavimentar”, señaló.

Por su parte, el equipo de comunicaciones de Veolia afirmó que tiene un convenio especial con la parte baja del barrio y que es conocido como El Manantial.

El acuerdo consiste en que los líderes se encargan de socializar, entre la comunidad, para dejar las bolsas en un punto específico para que los días martes, jueves y sábados, el camión pase por ellos. Lo anterior porque ese sector no es transitable y el vehículo no logra pasar.

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En cuanto al contenedor, aclararon que seguirá allí y la idea es que las mismas personas colaboren con su uso, pues es la dinámica que han manejado con la comunidad.

Humberto Posada, gerente general de Veolia en Norte de Santander, explicó que en la tarifa del servicio no solo cobran la labor de recoger la basura, sino también el barrido y limpieza, el tratamiento y aprovechamiento de residuos, entre otros.

“En el Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Pgirs) se establece el inventario de kilómetros de cuneta que la empresa barre en total (…) todos los habitantes de la ciudad pagamos la totalidad de los kilómetros y el valor se divide entre el número de usuarios. Entonces lo que nosotros estamos pagando es por la limpieza de las zonas públicas de toda la ciudad”, informó.

La Opinión consultó con el Departamento Administrativo de Planeación Municipal sobre el sector de El Manantial señalado que oficialmente no está reconocido “es un desarrollo informal precario que se ha desarrollado”, dijeron desde el equipo de comunicaciones.

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Otro problema

Claro también señaló que hay vecinos que a propósito botan sus desperdicios por toda la calle y que esas acciones han generado tensiones dentro de la misma comunidad.

Sin embargo, para Freddy Calvo, presidente comunal del barrio Rudesindo Soto, es la falta de cultura ciudadana, que no solo ocurre ahí sino en otras zonas de Cúcuta lo que genera este tipo de problemas.

“Muchos arrojan perros, gatos y conejos muertos en otros contenedores y pues la gente desconoce los horarios para sacar las bolsas y es normal que se terminen apilando, eso ya no es culpa de la empresa”, afirmó.

Cabe resaltar que en el Código de Policía se estipula que arrojar basuras en sitios públicos o en las vías, así como hacerlo en horarios no establecidos por la empresa de aseo de la ciudad, son conductas contrarias a la buena convivencia.

Quienes sean sorprendidos pueden ser multados con un comparendo, así como obligados a participar en un programa comunitario o en actividades pedagógicas de convivencia.

Redacción: Valentina Robles Angarita

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