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Cúcuta
Cúcuta venció el odio, la polarización y la violencia
Su faena callejera vibró en tono sereno y con respeto de la ley.
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Sábado, 30 de Noviembre de 2019

Los mensajes que aparecieron durante la movilización del pasado 21 de noviembre, en Cúcuta, rechazando cualquier tipo de violencia, se convirtieron en el primer indicio de lo que iba a ocurrir en la ciudad durante el paro nacional.

Ese jueves, la ciudad amaneció paralizada, con el comercio ‘apagado’ y su frontera con Venezuela cerrada. Un clima de nerviosismo por los posibles desmanes y disturbios, se colaba por las calles.

Sobre las 2 de la tarde, cuando cerca de ocho mil ciudadanos se habían aglomerado en el parque Santander para protestar contra las políticas del gobierno de Iván Duque, esa sombra de miedo se diluyó y la realidad fue otra: la manifestación estuvo arropada por un manto pacífico.

Poco a poco fueron llegando las noticias de los paros en otras ciudades capitales. El país veía con estupor las escenas de violencia y pánico que fueron escalando en Cali, Bogotá y Medellín.

A diferencia del caos que imperó en estas urbes, Cúcuta sobresalió por su faena callejera, que vibró en tono sereno y con respeto de la ley.

Las imágenes, que inundaron durante esta semana las redes sociales, dan fe del buen comportamiento. Las instantáneas retrataron a una multitud indignada, que no se dejó enceguecer por el odio y, en cambio, se caracterizó por un tránsito sereno en las principales vías de la ciudad, sin renunciar a su enojo con el Gobierno Nacional.

“El balance de estos días ha sido muy satisfactorio, porque el comportamiento de la comunidad cucuteña fue ejemplar y admirable. Debemos agradecer a estos ciudadanos, pero también a quienes no han marchado. Entonces, vemos un debido respeto por quienes lo hacen y por quienes no lo hacen”, indicó Mauricio Franco, secretario de Seguridad Ciudadana de Cúcuta.

De acuerdo con el funcionario, la capital de Norte de Santander fue epicentro de 13 manifestaciones, que vienen concurriendo desde el 21 de noviembre, sin “un solo manchón en las paredes, ni tampoco un vidrio roto, ni mucho menos una agresión a personas o a la Fuerza Pública”, afirmó.

El diálogo fue clave

El éxito del paro hasta ahora en Cúcuta ha sido producto de una mezcla de varios factores. El primero de ellos fue el acompañamiento permanente de funcionarios de la Defensoría del Pueblo y de la Procuraduría General de la Nación a cada uno de estos eventos, que se han desarrollado día y noche.

Pero, sin duda, la clave para evitar cualquier asomo de violencia, en el marco de estas manifestaciones, fue la concertación previa entre autoridades locales, Fuerza Pública y voceros de los manifestantes.

El miércoles, un día antes de las tres concentraciones que se desarrollaron en la ciudad, una comisión de derechos humanos que estaba conformada por sindicalistas, universitarios, docentes y activistas sociales, se reunió con la cúpula de la Mecuc en un Puesto de Mando Unificado (PMU), para coordinar el dispositivo de seguridad previsto para la mañana siguiente.

De acuerdo con Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar y uno de los participantes de este encuentro, el diálogo culminó con una serie de acuerdos, que ofreció garantías al derecho del ejercicio de la protesta.

“Esto fue lo que marcó la diferencia. Aunque no nos hemos vuelto a reunir, porque no hemos visto la necesidad. Ese inicio fue lo que abrió el camino a varios acuerdos. Por ejemplo, agentes de la Sijín no podían acompañar la marcha, ni armados, ni de civil. También se acordó que cualquier miembro de la Policía debía estar plenamente identificado y que el Esmad solo iba a ser presencia, cuando fuera necesario”, apuntó este defensor de derechos humanos.

Las marchas con motivo del paro nacional del 21 de noviembre transcurrieron en completa calma en las calles de Cúcuta. Universitarios, sindicalistas y activistas sociales fueron los grandes protagonistas.

Los buenos gestos de la Policía

Otro aspecto que propició el ambiente de calma, fueron los buenos gestos del comando metropolitano de la Policía Nacional. En un primer momento, varios uniformados fueron grabados en videos mientras repartían agua a los manifestantes en la calle 14 con avenida cuarta, durante la primera jornada del paro. 

El comportamiento de la institución también dejó sorprendidos a muchos durante la velatón por el homicidio del joven Dilan Cruz, según el dictamen de Medicina Legal. 

Esta violenta pérdida agitó los ánimos de los asistentes a la velada, quienes se dirigieron por la diagonal Santander hacia la Estación de Policía, en el barrio San Mateo.

Aunque se pensaba que el arribo de los manifestantes allí se iba a tornar difícil, agresivo y hasta hostil, el gesto del comandante de la Mecuc, el coronel José Luis Palomino, quien esperaba la movilización con una eucarística y con sus efectivos, armados únicamente con velones, desarmó cualquier amago de desorden. Así pues, el encuentro, que fue de alta tensión, terminó en una plegaria conjunta por el fallecimiento del bachiller bogotano. 

“Esto tuvo que ver con el comportamiento de las autoridades y su tratamiento. Ellos han sido muy respetuosos hacia la movilización social. Esto lo debemos destacar, porque ha garantizado que la ciudadanía pueda salir de manera pacífica. Los gestos ofrecen confianza y la continuidad del paro de forma tranquila”, reconoció Emiro del Carmen Ropero, más conocido como Rubén Zamora, exguerrillero de las Farc y asistente a las movilizaciones.

Zamora agregó que estas escenas tomaron distancia de los episodios de violencia y de confrontación, que suelen empañar las movilizaciones recientes en el departamento, como la ocurrida en 2013, con el paro del Catatumbo.

El protagonismo de los universitarios

Durante los ocho días del paro nacional, un grupo de estudiantes de varias universidades de la ciudad no ha parado de protestar. Su creatividad, su capacidad de convocatoria y su convicción se han convertido en una corriente vital para esta marcha.

Para el abogado y docente universitario Luis Arturo Melo, el protagonismo de los jóvenes ha sido una parte importante de esta agitación callejera, porque ellos representan las dinámicas sociales y las prácticas tecnológicas, que se encargan de reinventar estos procesos.

“El movimiento estudiantil, a través de todos los tiempos, ha sido vital en los cambios (…) El matiz de los muchachos de este milenio está propenso al movimiento mundial de la paz, al modernismo y a la tecnología. Ellos antes de pensar en un componente ideológico, piensan en el comportamiento general de la ciudadanía”, señaló el académico.

Melo aseguró que en este tipo de expresiones pacíficas quedó retratada la idiosincrasia del pueblo cucuteño, que está caracterizado por ser cordial y entrañar un entendimiento de buenos vecinos.

Sin duda alguna, la semana del paro nacional sirvió para empoderar una voz de indignación contra Duque. Pero también ayudó a enarbolar un estilo de protesta en Cúcuta, que se ha encargado de acallar el odio, la polarización y la violencia.

*Gustavo Castillo | La Opinión

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