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Cúcuta
Dagoberto Ramos se gana la vida tapando huecos
Un desplazamiento forzado en 2014 lo trajo a Cúcuta. 
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Lunes, 24 de Septiembre de 2018

Desde hace cuatro años, cuando Dagoberto Ramos llegó a Cúcuta con sus hijos y su esposa desde su pueblo natal San Martín (Cesar) por un desplazamiento forzado, su vida cambió para bien.

Este hombre que ahora vive en el barrio El Progreso junto a su familia, se gana la vida a punta de su pala y el asfalto que recoge en fábricas y en algunos botaderos del Anillo Vial Oriental; de ahí le paga a alguien para que se lo trastee hasta su lugar de trabajo que siempre varía y comienza sus labores. Cuenta que varios conductores le reconocen su trabajo y le tiran la ‘liga’, pero algunos simplemente lo ofenden y hasta le echan el carro.

“Muchos buseteros y taxistas ya me conocen aquí. Cuando me ven, me saludan y me dejan alguito”, dijo Ramos. “Pero así como hay gente buena, hay mala que le dice a uno de todo, pero yo no les paro bolas y sigo con mi trabajo”, añadió.

Ramos sale a trabajar a las calles todos los días a las 7 de la mañana y termina a la 1 de la tarde, cuando en su bolsillo ya hay entre 40 y 50 mil pesos en un día bueno. 

En Guaimaral, La Parada (Villa del Rosario), Aeropuerto, El Contento, La Cabrera, el centro de la ciudad, entre otras, ya han sido conocedores de su trabajo que además es muy bueno, cuentan los que lo han visto.

“Es un tipo muy camellador, buena gente. A veces se cala unos palos de sol y uno le lleva gaseosa, agua y a veces hasta el almuerzo, pues le está haciendo un bien a la ciudad porque la Alcaldía no se ha puesto las pilas”, comentó un habitante de El Contento.

Cúcuta le abrió las puertas

Ramos se desempeñaba antes como ayudante de obra y también como ebanista en el momento en que empezaron los problemas en su pueblo. 

“La inseguridad era terrible y más para mis hijos que estaban muy pequeños, entonces decidimos partir hacia Bucaramanga”, contó Ramos quien recuerda que no fue nada fácil llegar allá pues, “los arriendos eran muy caros, y por eso decidimos mudarnos a Cúcuta, y aquí vamos”.

Ramos jamás pensó que llegaría a la ciudad a tapar huecos, y menos que sería una persona tan reconocida por el gremio de los taxistas y de los buseteros quienes son los que más se benefician de su trabajo.

“Para mí esto era algo nuevo, yo nunca había trabajado arreglando calles, pero en vista de que a Cúcuta le han mamado tanto ‘gallo’ con eso, pues lo hice y me salió bien”, aseguró Ramos.

Como todo trabajo informal, este no le da un seguro de vida ni nada que proteja a este cesareño de cualquier accidente laboral, por eso sueña con que en algún momento sea observado por la administración del alcalde César Rojas y sea contratado para poder realizar sus actividades de manera legal con el fin de mejorar la ciudad y a su vez situación económica.

“Por ahora toca seguir luchando con la vida, como siempre hemos hecho con mi familia, pero si en algún  momento me quieren llamar para trabajar en alguna empresa en esta área o en otra, ahí estaré para ofrecerles mis servicios”, concluyó.

*Por: Rito Julio Patiño

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