Florencia, una de las vacas lecheras de Iván Enrique Bustos Sosa, el campesino repatriado al que la Dian le incautó sus animales al confundirlo con un contrabandista, murió.  

El animal de 4 años, que estaba preñado y entre noviembre y diciembre se preparaba para un parto, no volvió a ver la luz del día, al parecer, encerrada en una granja. 

El director regional del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), Víctor Julio Páez, fue ayer la única autoridad que confirmó que sus funcionarios atendieron un requerimiento de la Dian el 18 de diciembre, para que los acompañaran hasta el relleno sanitario Guayabal. 

De nada sirvieron las súplicas del campesino a la Dian cuando les pidió que lo dejaran ver a sus animales, para comprobar que sí fueran los suyos. 

Según el campesino, si las cosas siguen así, igual suerte correrán las 10 vacas que quedan (todas preñadas), pues a dos de sus animales ya los hicieron abortar.

 Dice Bustos que la Dian está cobrando con sangre sus denuncias a la prensa y a otras autoridades. La Defensoría del Pueblo expresó ayer que condena este acto, por el trato que se le ha dado al caso. 

“No entiendo cómo la Dian me hace esto. Confié en su buena labor, todo parecía ir bien, he sido el más honesto y ahora se están desquitando con mis animales”, dijo Bustos. “La última vez vi las vacas, estaban flacas”.

Y es que es todo un misterio el estado de salud de los animales. La Opinión consultó a la Dian por este caso, pero hasta ayer al cierre de esta edición no contestó ninguna de las preguntas de este medio de comunicación. 

Se intentó hablar con Pedro Murillo, propietario del matadero Capachito, y operador del servicio donde están los animales, pero  una mujer que manifestó ser su mano derecha dijo que no estaba autorizada para permitir la entrada a La Opinión, ni tampoco ofreció información del estado de los animales.

*La Opinión