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Cúcuta
Estudiantes construyen aulas en las zonas rurales
El Sena ha desarrollado el proyecto a través de su programa de construcción, y en convenio con las alcaldías.
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 9 de Junio de 2018

La escuela de la vereda Albarico, en El Zulia, es una realidad palpable con paredes, piso, ventanas, puertas. Luego de 10 años sin recibir clases a causa de la guerra, el espacio fue construido por los aprendices del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena).

La sonrisa de felicidad de los niños no tiene precio para estos también estudiantes que, en su proceso de formación, se han dedicado a edificar aulas para otros alumnos.

Ya tienen en su haber 37 aulas construidas desde el 2014 hasta el 2017, es decir, levantan una al mes. La mano de obra calificada y llena de cariño por lo que hacen caracteriza el trabajo duro de construcción que se conformó a través de un convenio entre el nivel nacional y regional del Sena con miras a mejorar la calidad de educación de estos pequeños.

El espacio de 39 metros cuadrados tiene capacidad para 30 alumnos. Estas aulas temporales de clase, como las llaman, tienen un promedio de durabilidad de 20 años.

El coordinador de construcción del Sena, Luis Darío Contreras, explicó que el convenio surgió luego de la ola invernal que vivió la región y que dejó muchas zonas rurales sin los espacios educativos, que quedaron destruidos.

A través de la Secretaría de Educación Departamental se hizo un censo en los diferentes municipios, sobre todo en la zona del Catatumbo, y se focalizaron las veredas donde se debían edificar las aulas, que significó para muchos una luz de esperanza, en medio de los problemas de cada zona. 

Contreras detalló que los niños dejaron de escuchar clases a la intemperie para tener ahora espacios dignos.

En muchas veredas los bloques de concreto o unos ladrillos eran la única opción para sentarse a aprender, y las piernas las mejores mesas para apoyar los cuadernos. Sin una estructura estable, el convenio resultó una salvación para muchos alumnos.

El programa de construcción se desarrolla en 18 municipios de Norte de Santander. En estas jurisdicciones se logró edificar una o dos aulas por institución educativa, incluso, algunas con salas sanitarias, dependiendo de cada caso.

Las alcaldías suministran el material y los estudiantes del Sena con mucha dedicación ponen sus conocimientos y la mano de obra para levantarlas. Unos ocho aprendices son suficientes para tener lista el aula en el tiempo estipulado.

“Estas son construcciones livianas en seco. Ellas son una estructura galvanizada en una placa flotante de concreto con malla electrosoldada. Llevan una cubierta muy liviana que se denomina ondulina, puertas, ventanas, y los acabados generales. A la secretaría le corresponde la dotación del sitio”, indicó. 

Estas estructuras fueron hechas en terrenos de muy difícil acceso y transporte, y el Sena logró vincular a la comunidad con algunas formaciones y prácticas complementarias que se hacían sobre la marcha en la misma construcción. 

Unos 800 estudiantes de las zonas rurales han resultados beneficiados del proyecto, con el cual 18 millones de pesos bastan para concretar la construcción.

Sin embargo, no solo los alumnos resultaron favorecidos, pues para los docentes también significó un cambio radical. Muchos vivían en las zonas urbanas y debían hacer recorridos de hasta cinco horas para llegar a los colegios.

En algunos casos, se les habilitó en una parte de la edificación un área convertida en especie de dormitorio para que pudieran quedarse la semana completa y regresar los fines de semana a su hogar.

“Hay un caso especial en el municipio La Esperanza, donde se les construyó el hogar juvenil campesino que acoge a toda la población estudiantil en una especie de internado. Aún falta concluirla, están esperando los recursos”, precisó. 

Para los aprendices, al principio del programa les fue duro por la zona. “Todos hablan del Catatumbo, pero cuando llegas la realidad es que es una zona muy rica. En el sitio nos dimos cuenta de que la versión es distinta, porque nos encontramos gente sumamente amable y dispuesta a trabajar para las aulas fueran una realidad”, dijo el coordinador.

La aceptación del proyecto ha sido tan buena que cuando los estudiantes concluyen una obra la reacción de la comunidad es solicitar otras construcciones que requiere la zona. 

Otros requerimientos

Muchos de los municipios, que ya tienen sus aulas, han solicitado la construcción de comedores escolares, una debilidad para la educación en estas zonas. Con estas construcciones los alumnos tendrán acceso fácil a los alimentos, que estarán dispuestos en un lugar apropiado.

“Las solicitudes nos indican que hagamos los comedores con el mismo material y en espacios cercanos a las aulas ya edificadas. Las alcaldías están interesadas en estas peticiones”, señaló. Estas vendrían a ofrecer una educación de calidad integral a los alumnos, que son de muy escasos recursos. 

Están pendientes unas escuelas en Cáchira y Sardinata, solo aguardan por unas reuniones con la Secretaría para ver qué proyecto tienen en mano.

El renacimiento de la educación surgió por estos espacios, que buscaron dar una solución temporal pero que se convirtieron en una respuesta concreta a mediano plazo para el problema educativo de estas veredas. En ellas los estudiantes ahora son forjadores de su propio destino, pero en espacios dignos.

Estas aulas son ejemplo de que la mano de obra de calidad y bien trabajada deja siempre frutos que dan buen sabor. La prioridad en este proyecto son los estudiantes, los que ocupan las aulas, y aquellos que ponen sus manos para edificarlas. 

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