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Cúcuta
Fotógrafos de calle: la cacería de momentos
En el parque Santander esta tradición de más de medio siglo es tan popular como las palomas.
Domingo, 24 de Marzo de 2019

Su día empieza alistando el ‘arma’ con la ilusión de dispararle a la mayor cantidad de personas posibles. 

Un chip de memoria es el proveedor; dos baterías evitan cualquier falla, y la ejecución puede ser disparando al rostro o al cuerpo. Lo dicen ocho fotógrafos que viven del oficio en el parque Santander. 

Esta tradición de más de medio siglo es tan popular allí como las palomas.

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Entre vendedores ambulantes —y boleros que suenan en un bafle—, Seudiel Ramírez, malagueño con 60 años en Cúcuta, es fotógrafo hace 35 Con su Cannon t5 y un lente 18-55 mm, anhela capturar muchos momentos. 

Sus inicios en la fotografía datan de 1984, cuando compro una cámara Pentax y ‘“cacharreándola” (revisándola detalladamente) aprendió a utilizarla.

La probaba en las calles de la Ciudadela La Libertad , donde se ofrecía como fotógrafo para todos los eventos sociales; luego llegó al parque Santander y conoció a otros como él. 

Con dos caballos de juguete atraían a muchos, y trabajo había por montones. “Alcanzaba a tomar 25 fotos al día... Hoy solo hace 7 por mucho” dice nostálgico.

Los fotógrafos entregaban al siguiente día su producto, pues tenían que revelar los negativos en lugares especializados. Hoy tienen una impresora y en menos de 10 minutos entregan. 

Juntos tienen una asociación de fotógrafos inscrita ante la Cámara de Comercio en la que profesan la filosofía, la ética, el arte y la ciencia. Ramírez la preside y asegura que el orden, la disciplina y los deberes, mantendrán este oficio unos años más. 

Jaime Díaz, conocido como el ‘bambino’, tiene 72 años y ha dedicado más de media vida a este arte. Es un tolimense que aprendió el oficio en Cali, pero se radicó en Cúcuta en 1977.  Llegó con una cámara Olympus, pero en el parque usó muchas otras analógicas, de telescopio, Polaroid, digitales. Hasta la reflex de hoy.

Dice que los celulares están matando el trabajo, pues la gente prefiere tomarse la foto con su teléfono y subirla a las redes sociales: si pierden el aparato, la imagen se conserva en la red social. 

El ‘bambino’ tiene una bolsa con trigo para atraer a las palomas cuando alguien quiere una fotografía. Ellas posan, como si supieran que alguien quiere atrapar un recuerdo en el corazón de la ciudad.

Por Gustavo Contreras
Practicante de periodismo

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