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Cúcuta
La rápida muerte del emblemático Pozo Azul
La sequía y la mano del hombre acabó a pasos agigantados con este atractivo turístico.
Lunes, 12 de Octubre de 2015

Las refrescantes cascadas de Pozo Azul, que a mitad de camino reconfortaban con su sonido a los visitantes, avisándoles que faltaba poco para llegar a sus cristalinas aguas, solo quedan en el recuerdo.

En medio del silencio, y siguiendo instintivamente un camino en medio del bosque tropical seco de San Cayetano, se llega a este escondido paraíso en extinción.

La sequía y la mano del hombre acabó a pasos agigantados con el principal atractivo turístico de Ayacucho y del corregimiento El Carmen de Tonchalá.

Con tristeza, los vecinos de la zona ven como a diario el flujo del agua en este emblemático sitio es menor, lo mismo que el número de visitantes.

“Pozo Azul ya no es el mismo, poco a poco se está perdiendo este paraíso y aún seguimos esperando los proyectos turísticos que alguna vez prometió el Área Metropolitana para este sector”, dijo la vecina Silvana Gallego.

Aunque llegar hasta Pozo Azul ya no es tan tedioso desde que uno de los finqueros vecinos abrió una trocha para estar en 20 minutos en el pozo, y no en una hora, como se acostumbra, para los visitantes el lugar perdió sus más grandes atractivos: las cascadas.

Para llegar al pozo más grande se debía cruzar unas lajas en la parte alta, donde nacía una de las cascadas. Haciendo alarde de su equilibrio los visitantes pasaban por el riachuelo en medio de piedras, el mismo riachuelo que hoy por hoy se esfumó.

Así se veía pozo azul dos años atrás, cuando La Opinión hizo un informe sobre este emblemático sitio con el fin de hacer un llamado a su preservación.

Desde la parte alta del cerro se puede extrañar las desaparecidas cascadas. Un hilo de agua que cae de un pozo a otro es lo que queda del resbalador natural que había de estanque a estanque,  en la enorme laja incrustada en la mitad del bosque. 

Al bajar el cerro y estar en contacto con las cristalinas aguas quienes ya han visitado este lugar se dan cuenta del bajo nivel de los pozos, y de cómo en algunos tramos donde hasta hace dos años hubo agua, hoy hay tierra y un poco de vegetación.

El lugar está más limpio que de costumbre, ya no se ven restos de comida ni envolturas o cualquier otro desperdicio en el piso.

El dueño de la finca cercana asegura que es porque él le vive haciendo aseo al lugar, pero en parte la limpieza dura porque al igual que el agua el número de visitantes también mermó.

“Además de la sequía a estos pozos le han estado sacando agua para cultivos labriegos de la zona y ni Corponor ni la Alcaldía han tomado cartas en el asunto”, denuncia uno de los finqueros que pide que su nombre quede en la reserva.

“Acá hay unas tomas ilegales  con mangueras de 8 pulgadas para distritos de riego en El Carmen de Tonchalá, y dos mangueras más para fincas vecinas, pero la autoridad nunca viene por acá”, explicó el finquero.

La comunidad pidió una pronta intervención de la autoridad ambiental para no dejar morir este pulmón natural de la región. 

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