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Cúcuta
Nueva vida para los deportados
El área de mayor desarrollo de iniciativas fue el de comidas, con 63 unidades.
Miércoles, 31 de Agosto de 2016

Aunque a Jony Archila se le quiebra la voz y solloza cuando recuerda lo que perdió en San Antonio del Táchira para preparar su deliciosa receta de donas, dice que alguna cosa buena traerá reiniciar su vida, sin nada, para hacer su dulce negocio.

Coincide con él Margarita Afanador, colombiana con acento venezolano, intensa defensora de sus derechos y trabajadora incansable que le agradece a Venezuela haberle dado una casa, sus dos hijos y, con el cierre fronterizo, la oportunidad de reinventarse como panadera.

“Antes, allá, hacía mil pasteles diarios”, dice la joven mujer. “Desde las dos de la mañana, sin parar”.

Con ese trabajo, compró una vivienda, fue su propia jefa (y la de su marido) y se dedicó a pelar yuca para especializarse en el sabor, la textura, y un elemento único: la durabilidad.

Sus pasteles llegaban hasta Bucaramanga, “¡Saniticos!”.

Sin embargo, con el cierre “todo quedó arrumado en la casa”, tal como le pasó a Jony, quien pese a cuidar de su hogar en San Antonio, salió por miedo y atravesó el río con lo que pudo.

Pero con las dificultades, el llanto, la esperanza y el desaliento al ver la frontera cerrada, también llegaron las oportunidades y hoy hacen parte de los 186 beneficiarios de unidades productivas, apoyadas por la Cruz Roja, el Pnud, la Universidad Francisco de Paula Santander, el Sena y la Cámara de Comercio de Cúcuta.

Jony prepara actualmente 200 donas que vende en la calle y en una de las mejores plazas: la entrada de algunos colegios.

Aunque nada será, por lo pronto, como antes, “espero tener mi propio local, usar las vitrinas que quedaron allá, tener el registro de la Cámara de Comercio...”, dice ilusionado, aunque se muestra inquieto al pensar en que acá todo es más costoso y ya no tiene siete empleados.

Algunos datos

En este proyecto, según datos de la Cruz Roja, se inició con 200 familias en Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios y El Zulia.

El área de mayor desarrollo de iniciativas fue el de comidas, con 63 unidades, seguido de belleza, con 19 microempresas; 19 más de confección, y 12 tiendas, aunque también hay proyectos avícolas, de calzado, mecánica de motos, entre otros.

“De hoy depende nuestro futuro, porque de aquí sacamos nuestro sustento”, dice Margarita, mientras guarda celosamente un pan especial para compartir “con los de la Cancillería”, y sus compañeros exhiben con orgullo el resultado de su trabajo y su nueva vida.

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