Las fuertes lluvias de los últimos días en esta región del país han ocasionado la creciente de los ríos Pamplonita y Zulia haciendo que su caudal baje saturado de lodo, paralizando la producción de agua potable para abastecer a Cúcuta.
“Esa excesiva carga de turbidez imposibilita operar en esas condiciones, porque de hacerlo lo que ingresaría al sistema no sería agua sino lodo”, según el ingeniero Uriel Soto, director de producción y distribución de Aguas Kpital.
Igual ocurre con el río Zulia, que ha registrado una alta turbidez debido al arrastre de material por las intensas lluvias obligando a parar la producción de manera intermitente.
“En el contrato de operación estamos obligados a suspender a partir de 1.000 unidades de turbidez, sin embargo se ha producido con 4.000 unidades para poder abastecer a parte de los habitantes de Cúcuta”, precisó Soto.
“Si se pudiera tendríamos que aplicar mucho químico incumpliendo así la norma que reglamenta la producción de agua potable en detrimento de la calidad del agua, lo que podría afectar la salud de las personas, porque los productos usados para decantar el agua son a base de aluminio”, dijo el experto.
La comunidad tiene la falsa creencia de que no se hace el tratamiento por no gastar químicos, pero la realidad es que no se puede por la alta turbidez. En condiciones normales entran al sistema del río Pamplonita 1.800 litros de agua por segundo y en el Zulia 1.000 litros por segundo.
Lo que está haciendo Aguas Kpital para no ocasionar un desabastecimiento en la ciudad, es que cuando baja la turbidez se deja entrar agua dando espacio para producir y suministrar el vital líquido, siendo ese el momento en el que la comunidad debe abastecerse, llenar sus tanques y tener reserva para para cuando el servicio sea suspendido por efecto de la lluvia”, puntualizó Soto.
Carlos José Ibarra, subgerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, EIS Cúcuta, dijo que cuando los ríos están muy deteriorados, como el Táchira, el Pamplonita y el Zulia, las turbideces alcanzan unos niveles que no son tratables por ningún acueducto del mundo.
Explicó que casi todos los acueductos son diseñados para trabajar a máximo 2.000 unidades Nefelométricas de turbidez, pero que en esta temporada lluviosa se ha llegado hasta 20.000 unidades en esos afluentes.
“Esto quiere decir que lo que baja es lodo, indicando que el río está siendo afectado por actividades humanas en minería, cultivos en pendientes bajo condiciones no recomendables y no amigables con el medio ambiente, pérdida de cobertura vegetal y deforestación en la cuenca media y alta que son las que protegen que el agua lluvia no arrastren los sólidos y sedimentos y produzcan deslaves que ocasionan este tipo de inconvenientes”, subrayó Ibarra.
Recomendó que ante tal panorama es urgente intervenir los ríos en proyectos de recuperación, conservación, protección y pagos por servicios ecosistémicos que permitan que las actividades que se hagan arriba, tanto agrícolas como mineras, sean bajo condiciones que no deterioren el subsuelo y la cobertura vegetal, para que el agua se infiltre y no se venga superficial arrastrando todo y exponiendo cada día más el sistema montañoso, que es el que regula los caudales.
Es por esa razón que las áreas estratégicas de la ribera del río deben ser objeto de la intervención positiva por parte de todos, dado que el bosque que crece allí protege no solo contra la evaporación y transpiración, sino que ayuda a que sea un corredor de toda la fauna, insectos, aves y mamíferos, que ha ayudado a que se fertilicen los suelos y que se transmitan las semillas que deben germinar y dar vida a nueva vegetación.
El directivo indicó que todo el bosque que hoy recuperemos, que hoy sembremos, tendrá un efecto dentro de 20 o 30 años y es nuestra responsabilidad entregarles a las futuras generaciones un medio ambiente igual o mejor al que recibimos, para lo cual se ha ido despertando conciencia y ese es un aspecto importante que se debe mantener.