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Cúcuta
Primera comunión: un regalo para los niños pobres
1.000 pequeños llegaron con un sonrisa a la iglesia y luciendo hermosos trajes.
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Jueves, 8 de Diciembre de 2016

Tiene 9 años, su estatura no supera el metro y medio, su piel es trigueña y su sonrisa revela la emoción de ser una de centenares de niñas católicas que recibieron la primera comunión.

El blanco y el rosado del vestido combinan con el sutil peinado por el que su madre, Claudia Jaimes, tuvo que ahorrar por varios días para poder mandárselo hacer y que su hija luciera bien.

Nicol Yajaira Suárez fue una de las mil beneficiarias que recibieron un vestido gratis de la Alcaldía, para hacer su primera comunión.

Pero no todo ha sido color rosa. Hasta hace unos días, la madre de Nicol no sabía si su hija estaría entre las más de 100 personas que recibieron el jueves ese sacramento católico en la iglesia Santísima Trinidad del barrio Cundinamarca.

Sus recursos no dan para un vestido lujoso, así que el que una amiga le hubiera contado de la asociación de mujeres Salvando a la Familia y que a través de ella hubiera logrado conseguir un vestido para su hija fue toda una bendición.

Tras un año de preparación, Nicol haría su primera comunión y su madre estaba feliz. Así que, luego de saber que había sido beneficiaria, las dos vinieron desde el barrio Cundinamarca a la Plaza de Banderas a recibir el vestido. Nicol apareció en la lista y ella emocionada corrió a tomar su vestido. Sin embargo, la emoción le duró poco, inexplicablemente aunque en la bolsa se leía su nombre, el traje era para un niño y no para una niña.

“Imagínese nuestras caras, fue terrible ese momento”, cuenta Claudia, quien comunicó lo que sucedía a quien estaba a cargo. “Probablemente se trata de una confusión”, le dijeron, pero “¿y si no hay vestido para mi hija?”, pensaba la angustiada madre. Nicol prefirió no decir nada y aguardar con paciencia a que se termina la entrega de trajes para verificar que era lo que había pasado.

Finalmente apareció el vestido para Nicol. “Es lindo”, dijo con emoción, mientras se lo mostraba a unas niñas que orgullosas también presumían el suyo.

El jueves llegó feliz a la iglesia. Quizás su traje  no era el más lujoso, pero era el que habían podido conseguir. Hubo que hacerle algunos ajustes, pero nada que no pudieran solucionar para llegar radiante. Durante la misa estuvo atenta, se despistó poco, miraba constantemente su vestido y cada accesorio que tenía. Estaba feliz.

“Es una niña muy noble. Ella sabe cuál es nuestra situación. Este año no he tenido muy buen trabajo y sabía que si no conseguíamos el vestido, no podría hacer la primera comunión y mucho menos pensar en fiesta”, recordó Jaimes, quien es mujer cabeza de hogar y madre de cinco niñas.

La torta, la fiesta y los regalos quedarían para otra ocasión. Quizás la foto para el recuerdo, pero solo si se podía. Ya Nicol estaba al tanto de eso. Estaba tan feliz con su vestido y su primera comunión que detalles que para sus compañeros eran importantes, para ella no.

Al terminar la celebración religiosa, tomada de la mano de su madre, Nicol caminó hacía donde Álvaro Carrasquilla Cárdenas, un vecino que desde hace tres años organiza una minifiesta para los niños más pobres de la parroquia que hacen la primera comunión.

El salón del club del adulto mayor Nuevo Despertar se llenó de globos blancos blancas y dorados. Mesas decoradas, una gran torta... Una sorpresa que los pequeños disfrutaron como suya, sin importar que fuera para todos.

“Los traemos, les damos desayuno o almuerzo, les tomamos la foto para el recuerdo, partimos una torta y les damos un detalle”, dijo Carrasquilla.

Nicol cumplió su sueño y ya decidieron con su madre que el traje irá a vestir los sueos de otra niña pobre.

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