Los retos y barreras impuestos por la pandemia han provocado que las celebraciones tradicionales ya no se puedan llevar a cabo. Pero no por esto, Raquel Rincón Bayona, docente preescolar del Instituto Técnico Patio Centro II, dejó de innovar en su rol como educadora.
Con las dificultades de formalizar un grado presencial, en su cabeza rondó durante varios días una idea innovadora que conmemoraría una fecha tan especial para sus 23 estudiantes. Ya tenía preparados unos detalles para otorgar a fin de año y la inquietaba no poder entregarlos. También había encargado un pendón de graduación.
Entonces, la idea brotó. Si sus estudiantes no podían ir al grado, el grado iría a ellos casa por casa.
Con las direcciones de los padres de familia como brújula, a las 7:00 de la mañana del miércoles 25 de noviembre, partieron rumbo a la aventura con el anhelo de llevar alegría y provocar sonrisas.
“Fue mi hija quien me animó a hacerlo. Me dijo: pidámosle prestado el auto a mi tío, colguemos el pendón y nos vamos”.
A las 11:00 de la mañana, la jornada había si un éxito.
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Emociones y sonrisas
En todo momento, Raquel recalcó a los padres de familia que una persona entregaría los diplomas y alertó que se tomarían fotografías, por tanto pidió que los niños vistieran sus uniformes de gala o ropa presentable.
Lo que no se imaginaron, era que ella misma tocaría sus puertas. Cuando los llamaba por el nombre, los niños salían muy emocionados entre saltos y gritos, con un retumbante canto vívido: ‘¡la profe!, ¡la profe!’.
Tras recibir el kit de grado, los niños se tomaban fotografías con la docente, solos y con sus padres. Luego se despedía y seguía con la ruta.
“La experiencia fue indescriptible. Ver esos gestos y esa emotividad con la que era recibida me llenaba demasiado y me recordaba lo mucho que mi trabajo valía la pena cuando se trabajaba desde el corazón”, relató entre lágrimas.
Además, todo el tiempo mantuvieron los protocolos de bioseguridad en prioridad. Tan pronto llegaban, se desinfectaba el detalle, el forro que protegía el diploma y equipo que la acompañaba.
(Conscientes de la necesidad de mantenerse protegidos, todos mantuvieron sus tapabocas puestos y no hubo contacto físico. La única alternativa fue ‘el saludo del codito’. / Foto. Cortesía).
“Estoy muy agradecida por los principios y valores inculcados en mi hijo. La dinámica de los diplomas lo alegró mucho, y ni siquiera los indicios de lluvia lograron detener la gran dedicación de la profesora Raquel”, contó Daniela Molina, madre de familia.
Y así como ella, son muchos los nortesantandereanos que aplauden a esta apasionada mujer por su entrega y dedicación, pero, sobre todo, por el amor a su vocación. Hoy, Raquel Rincón es motivo de orgullo para su institución, sus compañeros, su familia y para ella misma como persona.
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Sobre Raquel Rincón
Orgullosamente nacida en el municipio de Bucarasica, su sueño desde joven era ser pediatra, pero ante las imposibilidades económicas, optó por estudiar algo que también implicara trabajar con niños: Licenciatura en Educación Preescolar.
"Era otra forma de brindar cariño, cuidado y conocimiento. Al día de hoy, estoy segura de que no me equivoqué de profesión”.
Inició sus estudios con dos semestres en un instituto bogotano. Luego, arribó a Cúcuta en el año 2007, donde terminó su carrera profesional en la Universidad Santo Tomás.
Así como otros maestros, la situación mundial de este año la forzó a profundizar en el mundo de la virtualidad, un terreno no muy conocido por ella, pero por el que puso todo su empeño en brindar metodologías personalizadas a sus pequeños a través de Whatsapp.
Fue todo un desafío de constante aprendizaje, pero, como todo lo que se propone superar con esfuerzo, lo logró.
Los sueños no siempre se cumplen de la forma que se espera. A veces, la vida abre caminos y oportunidades que sobrepasan las expectativas y terminan satisfaciendo el corazón de una manera asombrosa. Raquel Rincón Bayona es un ejemplo vivo de esto.
Redacción
Ronaldo Medina
Practicante de periodismo
