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Cultura
Jaime Manrique y el doloroso relato que lo regresó a las letras
Viajó a Colombia para conocer más de la vida de dos sacerdotes que fueron asesinados.
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Colprensa
Colprensa
Jueves, 15 de Marzo de 2018

Tras la muerte de su pareja, con quien convivió más de tres décadas, Jaime Manrique pasó casi tres años sin poder escribir. Lo intentaba todos los días, cuando tenía suerte terminaba una frase, quizás un párrafo completo, pero de ahí no pasaba.

Todo empezó a cambiar cuando una mañana en su casa en Nueva York, leyendo la prensa colombiana, conoció la historia de Rafael Reátiga y Richard Piffano, sacerdotes que fueron asesinados, y con el transcurso de las investigaciones se estableció que fueron ellos quienes pagaron para morir, todo por un posible pacto de amor.

La historia de inmediato llamó la atención del poeta, narrador y ensayista barranquillero, quien seguía en su lucha por volver a escribir, pero se concentró en intentar saber más de esta historia, de dos personajes que se conocieron en el seminario y desde esa época, pese a estar en misiones diferentes, permanecieron en contacto.

Una historia que no pasaría inadvertida para Manrique, quien viajó a Colombia para conocer más de la vida de estos dos sacerdotes y luego llevarla al campo de la ficción en ‘Como esta tarde para siempre’, su más reciente novela.

En ella, presenta a Lucas e Ignacio, dos jóvenes seminaristas que reconocen que están enamorados. Manrique cuenta su historia de amor, mientras desmitifica temas como el enamoramiento entre dos hombres, y en medio la fe religiosa y su labor pastoral en zonas de pobreza y conflicto.

A la pregunta de por qué le interesó la historia dijo que “tenía una dosis personal porque se acababa de morir mi pareja de 33 años juntos, por lo que estaba muy deprimido, y esta historia me llegó porque de cierta forma mi pareja también se suicidó, por lo que creció un interés personal por lo que había ocurrido con estos dos personajes en Colombia. Entre más leía más me atraía la historia, en especial saber de lo que no se escribía.

El autor, en 2012, vino a Colombia y fue a Soacha para hablar con las personas que los conocieron y le contaron cosas cotidianas de los sacerdotes, su día a día, con pequeñas datos que enriquecían el relato, como su trabajo, su rutina y su arrogancia, pero a la vez los querían mucho por todas las cosas que hicieron por la comunidad.

El final de la historia fue al estilo Romeo y Julieta, una tragedia, y la reconstrucción de la sicología de un personaje. “No me había adentrado tanto entre dos personajes. Fue difícil porque son muy distintos entre sí”.

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