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Economía
La esperanza que crece con el café del Catatumbo
Aunque este cultivo ha sufrido un descenso en el área cultivada, más de 5.000 familias de 10 municipios  del Catatumbo ven en este grano una opción legal para generar ingresos.
Sábado, 2 de Noviembre de 2019

Libardo Carvajalino es un joven de 27 años que nació en una zona recóndita del municipio de El Carmen, donde siempre han convivido la guerra y los cultivos ilícitos. Su vida es un testimonio de resistencia ante estas fuerzas oscuras, porque desde que culminó el bachillerato, se ha dedicado a la siembra de un cultivo, con aroma a tradición familiar. 

Se trata del café, un producto que sigue siendo una fuente de ingresos para 5.055 campesinos adscritos a la Federación Nacional de Cafeteros, en 10 municipios de la región del Catatumbo.

Libardo es uno de estos labriegos que se han aferrado al grano con la esperanza de conseguir un sustento diario dentro de los márgenes de la legalidad.

En varias oportunidades, habitantes de la vereda Lagunita, donde reside, le han propuesto raspar coca en una plantación ilegal, a escasos kilómetros de su finca, llamada Villa Luz. Pero este joven agricultor no se ha dejado seducir por el poder doblegante del dinero fácil de la coca y prefiere ‘abrazar’ sus cafetales, que abarcan 2,5 hectáreas de la hacienda familiar.

“Cuando empieza la temporada de ese cultivo, mucha gente prefiere irse a esos sectores (cocaleros). Me dicen que allá se gana mejor. La verdad, prefiero la tranquilidad de lo legal. Me gustar estar en mi casa, con mi trabajo. No me quiero exponer a ningún peligro”, aseguró Carvajalino.

En la propiedad de este agricultor se encuentran las raíces de su hogar, porque ha sido un terreno heredado por generaciones en su familia. Este es el motivo por el que se entrega a esta producción anual, de 2.500 kilogramos de café, con una ganancia de $15’000.000.

Él admite que estos dos últimos años no han sido fáciles por la inseguridad. Durante ese periodo, el conflicto armado se ha intensificado por la confrontación entre el Eln y Los Pelusos.

Por otro lado, las hectáreas sembradas de café sufrieron un leve descenso. En el primer semestre de 2018, el Comité Departamental de Cafeteros reportó 7.194 hectáreas sembradas por el grano. En el mismo tiempo de este año, el cultivo abarcó 6.871 hectáreas, unas 323 hectáreas menos.

Este número se suma a las 5.500 hectáreas de cafetales que, según la entidad, se han perdido en el Catatumbo en los últimos siete años. 

Carvajalino cree que este cultivo es una plataforma de transformación social y de sanar el tejido de comunidades heridas por la violencia.

“Esto es un estilo de vida para muchas familias del Catatumbo, porque cuando hay cosecha, todos los miembros de una casa salen a las plantaciones a hacer sus labores. Nadie se queda sin hacer nada, todos cooperan, todos se vuelven solidarios y todos aportan a este ejercicio que se vuelve un sustento importante”, señaló.

Un ‘ejército’ amarillo custodia el café

En la selva del Catatumbo opera un ejército de 13 hombres y mujeres que visten con un chaleco amarillo y gorra azul, cuya misión es salvaguardar la cultura del café.

Ellos están adscritos al programa de Extensión de la Federación Nacional de Cafeteros, que consiste en un acompañamiento para el fomento de buenas prácticas agronómicas en labriegos.

Su vestimenta, respetada en esta región, incluso los blinda de las balas. Gracias a los colores y al logo de la Federación, este grupo de profesionales puede llegar hasta la vereda de Libardo y abarcar los 469 caseríos del Catatumbo, donde se extiende la estela del grano.

“Nosotros somos un departamento con menor cantidad de área, pero participamos más en la producción a nivel nacional (...) El uniforme es la carta de presentación de los extensionistas y nos garantiza el desplazamiento y el poder acceder a lugares donde otras entidades no lo pueden hacer. Con ellos se busca recuperar la extensión de café perdida en el Catatumbo para seguir transformando vidas”, puntualizó Ricardo Mendoza, director ejecutivo de esta entidad en Norte de Santander.

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