La luz al final del túnel parece verse en la industria textil y de confecciones, gracias a la reactivación de las empresas del sector después de meses de baja producción y ventas por cuenta de los cierres, las cuarentenas y las restricciones que trajo la pandemia a la economía colombiana.
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Las cifras sobre el comportamiento de esta actividad que han publicado en los últimos meses, tanto el Dane como la Andi, muestran mejorías en sus principales indicadores.
César Ramos, gerente de Roott+Co, compañía representativa de la confección nacional, explica que mientras se presentaron los cierres a la actividad productiva las empresas atravesaron dificultades, pero tras la reapertura del comercio y de las fábricas, las ventas han reaccionado favorablemente.
“El tema complicado ahora es el abastecimiento de materias primas, ya que el país dejó de ser hace rato autosuficiente en la producción de telas e insumos y depende mucho de la importación. En este momento, el valor de los fletes ha aumentado mucho y ha pasado de 2.000 a 12.000 dólares el costo de traer un conteiner desde China. A eso hay que agregar que el algodón ha subido casi un 100 por ciento”, afirma.
Pero, sostiene el gerente de Roott+Co, “pese a que se ha encarecido mucho la cadena de abastecimiento, en general nos ha ido bien en las ventas”.
En medio de las adversidades, la industria textil y de confecciones sigue empeñada en asumir sus compromisos con el medioambiente, por lo cual trabaja en la promoción de una ‘confección sostenible’
La ‘confección sostenible’ “es el tipo de industria que procura contaminar menos” y el desafío que tienen las empresas es importante teniendo en cuenta que históricamente, dice César Ramos, “siempre ha sido muy contaminante, gasta mucha agua, genera muchos desperdicios”.
Para lavar un jean normal, por lo general se desperdician casi 100 litros en el proceso de hacer la tela y de cumplir con el lavado tradicional. Ahora hay técnicas que reducen esa cantidad a 5 litros y a eso es a lo que apunta la industria.
A lo anterior hay que agregar que el algodón tradicional empleaba muchos agroquímicos y ahora se ha desarrollado un producto orgánico que también favorece el suelo.
También hay que tener en cuenta que el hecho de no tener que producir toda la materia prima gracias a la posibilidad de reutilizar la que se desecha, por un lado, genera menor desperdicio y, por otro, y se emplean menos recursos para lograr una prenda.
La tarea, dice el empresario, es llegar a procesos para que la actividad sea más amigable con el medioambiente, utilizando insumos más sostenibles, y dándole mejor uso a la prenda final, logrando que se pueda reutilizar y convertirla nuevamente en fibras. Todo, en el marco de una revisión al uso de las energías limpias en todo ese proceso de producción.
Apuntar a la confección sostenible debe ser un principio fundamental de las compañías que están en el sector de la moda. “Lo debemos hacer porque ese es el modo de proteger nuestro planeta, porque es lo justo con el lugar donde vivimos, porque el mercado así lo demanda. Las nuevas generaciones son muy conscientes de lo importante que es el cuidado del medioambiente y exigen esto. Esto casi que no es una opción sino una exigencia del mercado y que toda la industria debe tomar en cuenta”, dice Ramos.
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