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Editorial
100 años de Barco
Entonces, a Barco Vargas, quien fuera presidente, lo podemos considerar como un estadista que actuaba en coincidencia con las necesidades esbozadas por la sociedad.
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Viernes, 17 de Septiembre de 2021

Hombre de frontera. Hombre de paz. Hombre de resultados. Hoy, este es el recuerdo del expresidente cucuteño Virgilio Barco Vargas, al celebrarse el centenario de su natalicio en estas tierras, el 17 de septiembre de 1921.

Y es que su legado también lleva un ingrediente estrechamente ligado con la historia que por estos días estamos conmemorando, como es el Bicentenario de la Constitución de 1821, nacida en Villa del Rosario de Cúcuta.

Recordemos que en su mandato intentó infructuosamente alcanzar en el Congreso de la República una importante reforma constitucional, determinando entonces mediante un decreto ley, acoger la ‘séptima papeleta’ impulsada por el movimiento estudiantil, dándole vida a la Asamblea Constituyente que elaboró la Carta Magna de 1991.

Entonces, a Barco Vargas, quien fuera presidente (del 7 de agosto de 1986-al 7 de agosto de 1990),  lo podemos considerar como un estadista que actuaba en coincidencia con las necesidades esbozadas por la sociedad y siempre considerando que el bien común estaba por encima hasta de los intereses partidistas.

Hoy, con una Colombia que ha venido de debatirse entre quienes votaron sí por la paz y los que en las urnas le dijeron no a este proceso, cae como anillo al dedo lo hecho también desde su gobierno por quien sufriera en carne propia los efectos de la violencia política entre liberales y conservadores.

Barco, hace 31 años, el 20 de marzo de 1990 firmó el pacto de paz con el Movimiento 19 de Abril (M-19), “el primero entre un Estado y una guerrilla en América Latina”, como lo recordara la BBC de Londres en un informe al mundo titulado: “Paz en Colombia: por qué funcionó el acuerdo con el M-19”, que señala la trascendencia alcanzada por esta determinación en favor de la desactivación del conflicto armado.

“Este es el primer ejemplo de un proceso en el cual se ha alcanzado el suficiente consenso para aclimatar la paz entre el Estado y una organización rebelde en actividad.  Sin duda esto tiene un significado especial para Colombia y para todas aquellas naciones que luchan por encontrar una vía hacia la reconciliación nacional”, expresó Barco en aquel entonces.

Y afirmábamos al principio que es un hombre de resultados. Eso claramente surge al destacar un pasaje de la vida pública: Virgilio Barco alcalde de Bogotá (1966-1969).

En notas de prensa se recuerda que el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo designó al ingeniero nortesantandereano en ese cargo  por la necesidad de tener a un rápido ejecutor de obras, que ostentó el hecho de haber adelantado 300 kilómetros del ferrocarril del Atlántico, en 18 meses, cuando fue ministro de Obras. Por lo que hizo en la capital del país lo calificaron como el alcalde que le cambió la cara a Bogotá.

Y desde el campo fronterizo, vale decir que le correspondió capotear una complicada situación desde su gobierno con Venezuela, producto del diferendo limítrofe de aguas marinas y submarinas, logrando después de eso llegar a entendimientos y crear mecanismos para superar las tensiones entre ambos países, conocidas como las famosas ‘Comisiones de Vecindad’.

El anterior párrafo envuelve otro claro ejemplo a seguir de Barco, sobre cómo a pesar de haber estado en un momento de altísima tensión, con sucesos como la arremetida del narcotráfico y hasta de corbetas armadas, la mano dura en algunos casos y en otros la diplomacia, el diálogo y el entender que por encima de todo, los pueblos no pueden terminar sufriendo por diferencias que parecen inmanejables, se allanó el camino de la reconciliación sin ceder en las pretensiones propias en este tipo de amenazas y diferencias.

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