La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
¿$15.400 millones?
Una ciclorruta no es prioritaria en una ciudad a la que le falta todo tipo de soluciones y le sobra toda clase de problemas. 
Lunes, 23 de Abril de 2018

Una de las funciones básicas de los alcaldes es la de construir las obras que la comunidad necesita. Y una ciclorruta en Cúcuta puede ser necesaria, siempre y cuando sirva a toda la ciudad, y especialmente a los barrios populares, donde a falta de medios de transporte, la bicicleta puede ser una solución de movilidad.

Aunque, la verdad, Cúcuta no es una ciudad donde la gente vaya al trabajo en bicicleta. La abrumadora realidad del clima parece explicar la preferencia por la motocicleta. Sin embargo, quizás haya unas 10.000 personas que la usan cada día.

Pero si la Alcaldía proyectó una ciclorruta sobre la avenida Gran Colombia, es porque tiene un estudio muy completo sobre todo lo relacionado con la obra y su justificación. Sin embargo, hay detalles que necesitan de una explicación muy clara.

Además de los poquísimos estudiantes de la Ufps que usan bicicleta (400 de 18.000, según dato de la universidad), ¿quiénes más se beneficiarán de la obra, en un sector de clases media alta y alta que ni la usan ni la usarán? No al menos para ir a la oficina o al banco o al restaurante o al centro comercial. Quizás a nadie más.

En otras universidades cercanas, parece que sus estudiantes no son ciclistas: el proyecto no los favorece, y no imaginamos ni a los jueces ni a los fiscales ni a los funcionarios de la Registraduría yendo y viniendo de casa en bicicleta, solo para usar los dos kilómetros de ciclorruta.

Una ciclorruta cumple con su objetivo fundamental cuando cubre una gran parte de la ciudad; de resto, es un adorno, que servirá solo para que la fotografíen.

Según lo que se conoce del proyecto, que realmente es muy poco, a la avenida se le recortará el ancho de las calzadas y se recortarán los andenes, además de que se eliminarán los árboles del separador, para abrirle paso a la ciclorruta.

Tiene que ser así, si no se quiere establecer allí una enorme zona trágica.

Los cambios en la Gran Colombia irán desde la avenida Libertadores hasta la Diagonal Santander. Ni siquiera desde San Luis, mucho menos desde La Libertad, en donde hay bastantes usuarios de la bicicleta.

Tal vez estemos desenfocados frente a la imperiosa necesidad de la ciclorruta,  pero es al menos posible que sea más necesaria en otros sectores (Atalaya la grande, por ejemplo), donde con frecuencia hay accidentes serios, porque la disputa por los pocos espacios para movilizarse es a muerte entre automovilistas, motociclistas y los pocos ciclistas que se atreven a que el sol los cocine sobre una máquina desprotegida.

La verdad, una ciclorruta no es prioritaria en una ciudad a la que le falta todo tipo de soluciones y le sobra toda clase de problemas, todos serios, mucho más que el problema de los 400 ciclistas de la universidad. Porque, financiada con dineros de la valorización, ¿a cuento de qué los cucuteños tendrán que pagar por una obra que en nada los beneficiará?

Eliminar árboles, reducir los andenes, repavimentar dos kilómetros de calle, señalar la zona de bicicletas, de metro y medio de ancho, y pintarla, y poner señales en los cinco cruces viales. Eso es la ciclorruta.

¿Y será en serio que eso vale 15.400 millones de pesos? Que dirán los que saben de presupuestos de obra? Porque si no va a ser de una gran utilización como parece, sería más razonable cambiarle la ubicación. Ojalá se conociera en detalle el proyecto para sacar conclusiones que convenzan. Y ¿el Concejo que opina?

Temas del Día