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Editorial
Aniversario del virus
Recordemos las serenatas desde los balcones de los edificios en Cúcuta con sus calles fríamente vacías de humanos y en donde por impacto del virus, hasta el ceremonial mortuorio sufrió un doloroso cambio.
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Lunes, 7 de Marzo de 2022

Se acaba de cumplir una fecha que quedará para la historia de la pandemia en Colombia, como lo es el 6 de marzo cuando en 2020 se detectó el primer caso de coronavirus y desde ahí se desataron toda la serie de acontecimientos que al principio parecían pasajes sacados de películas de ciencia ficción.

Cuando la crisis sanitaria se desató los escenarios distópicos se volvieron comunes. Vivimos la cuarentena, los interminables toques de queda, palpamos lo que eran las histéricas compras nerviosas y nos encontramos con personajes cubiertos de pies a cabeza con trajes propios de laboratorios de material químico y biológico de alta peligrosidad.

Recordemos las serenatas desde los balcones de los edificios en Cúcuta con sus calles fríamente vacías de humanos y en donde por impacto del virus, hasta el ceremonial mortuorio sufrió un doloroso cambio, como lo testimonian los familiares de los 5.059 fallecidos por esa enfermedad en el departamento.

Y podemos decir que para los registros históricos esta enfermedad que se abatió sobre el mundo, quedará como el mayor factor generador de muertes en Norte de Santander, por ejemplo, casi tres veces por encima del número de homicidios reportado por Medicina Legal, que entre 2020 y 2021 llegó a 1.241 casos.

Cuando ya estábamos acostumbrados a ser ‘actores distópicos’ usando tapabocas  -que hasta antes de 2020 solo era propio de ambientes hospitalarios- llegó el primero de marzo de 2022 y con él, el alentador anuncio de que en las calles y parques de Cúcuta ya se puede estar sin la mascarilla al haberse superado el 70% de la población vacunada con las dos dosis contra el coronavirus.

Eso es un buen indicador, pero hay que tener cuidado en que quienes no tengan el esquema completo no podrán descuidarse y poner en riesgo a los demás, como ya lo planteó el ministerio de Salud, y mucho menos esa libertad sanitaria que dan las vacunas deberán disfrutarla los que por cualquier razón están sin la respectiva inmunización.

La enseñanza que nos ha dejado el episodio pandémico que se instaló en nuestras vidas y que en la región ya registra 119.332 casos confirmados, es que la salud debe de estar por  encima de todo, puesto que cualquier descuido o mal manejo de esta situación, puede llevarnos a peligrosos desenlaces.

En esta nueva realidad posdistópica, hay también que resaltar que dentro de la flexibilización se encuentran Puerto Santander, Pamplonita, Durania, Ragonvalia, Mutiscua, Cácota, Lourdes y Santiago, como indicador de la mayor cobertura en la protección con el biológico contra la COVID-19 en Norte de Santander.

Sin embargo, como el ambiente ya no es el mismo que se respiraba en la temporada  prepandémica, hay un grupo de población como es el de quienes tienen comorbilidades o enfermedades de base o personas de edad avanzada que debe  de tener en cuenta que tal vez la mascarilla se quedará para siempre como un elemento de uso diario.

Eso debe de tenerse presente, puesto que la invitación a ellos para que la mascarilla se siga usando en cualquier ambiente, fue hecha por el ministerio de Salud.

Por lo tanto, hay que entender que este virus nos cambió para siempre la vida y que el riesgo sigue ahí, porque por ejemplo todavía hay 116 países que todavía ven muy lejos la posibilidad de llegar al 70% de su población vacunada, porque no se ha logrado una eficiente y equitativa distribución. Por lo tanto, es mejor cuidarnos y no dejarnos llevar por la falsa narrativa de que la pandemia ha terminado, como lo advirtió la Organización Mundial de la Salud.

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