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Editorial
Catástrofe ambiental
El daño ecológico parece ser mucho mayor que el generado por voladuras sin fin de los oleoductos.
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Lunes, 26 de Marzo de 2018

Descrito en sus propios términos, el derrame de petróleo en el pozo La Lizama 158, hace de Ecopetrol el responsable de una catástrofe ecológica inmedible. El crudo lleva 24 días brotando, y contaminando una vasta y rica zona del Magdalena medio… Y Ecopetrol permaneció en silencio.

Es esta la peor tragedia ambiental de Colombia de todos los tiempos en un solo episodio, aunque algunos medios de comunicación la hayan minimizado, cuando no ignorado, y aunque desde el alto Gobierno se intente tranquilizar a las gentes con los cantos de sirena de la contención del daño. No es posible contener nada, pues el pozo sigue vomitando crudo, fango y agua.

El daño ecológico parece ser mucho mayor que el generado por voladuras sin fin de los oleoductos por parte de las guerrillas del Eln y de campesinos de las zonas por donde pasan los tubos.

No se tiene una idea exacta de la cantidad de contaminantes que ya escaparon del pozo, pero es evidente que se trata de algo muy grave: en su incompetencia, Ecopetrol dijo que está recogiendo unos 20 mil barriles en piscinas de contención, y que al menos otros 500 barriles llegaron al río Sogamoso, afluente del Magdalena, pese a la promesa perentoria de la petrolera estatal de que eso no ocurriría.

El hecho es que el petróleo llegó, contaminó el agua y comenzó a matar peces y otras especies animales y vegetales. En total, ocho fuentes de agua recibieron ya el impacto directo del crudo desbordado e incontenible. Pero no fueron solo 500 barriles los que llegaron a los ríos. Son, en realidad, miles. Y como consecuencia, por todas partes hay cadáveres de peces, mamíferos y aves, y arbustos destruidos.

Ya hay petróleo regado a más de 15 kilómetros del corregimiento La Fortuna, de Barrancabermeja, donde está La Lizama 158 vomitando su mezcla fatal, poniendo en jaque a la empresa más poderosa del país, y dejando en evidencia que cuando de irresponsabilidad y desidia se trata, los más grandes son campeones.

Pero, sin duda, uno de los hechos más graves de la catástrofe consiste en que Ecopetrol supo de los problemas del pozo desde febrero de 2017, según informe que se filtró a un canal de televisión, y nada hizo por prevenir lo que ocurrió. La soberbia no permitió a los funcionarios actuar. Es la soberbia de quien vive del petróleo.

La causa para que la presión del pozo aumentara hasta estallar parece tener relación con herramientas abandonadas dentro de él cuando lo sellaron porque había descendido su producción a límites antieconómicos.

Por ahora, no hay pesca en todo el sistema fluvial y lagunar de una vasta zona, y la flora está enfrentada a la posibilidad de extinguirse en algunos sectores donde el líquido negruzco de La Lizama se ha empozado.

Ecopetrol falló en el sellamiento del pozo, en su obligación de corregir los daños causados en el cierre, en su plan de contingencia y en el reconocimiento de toda su irresponsabilidad. Ha fallado rotundamente en todo.

Los costos de la catástrofe, mientras tanto, se acumulan por millones de pesos que, de todos modos, no serán pagados por los funcionarios ineptos e irresponsables, sino por el pueblo. Es el poder del petróleo…

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