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Editorial
Comenzar por casa
Educar a sus pueblos para los retos del presente, tan exigentes en todo lo relativo a la tecnología es una obligación imperativa de todos los estados. 
Jueves, 5 de Noviembre de 2015

Ser pilo paga, sin duda, y hay miles de botones de muestra, estudiantes pobres avanzando en todas las universidades, a las que nunca hubieran llegado sin el apoyo del Estado, en razón de programas gubernamentales muy exitosos.

La aspiración de hacer de Colombia el país más educado de toda América Latina ha generado diversas iniciativas en beneficio de los estudiantes pobres y, al mismo tiempo, jóvenes excelentes en cuanto a su rendimiento académico.

Educar a sus pueblos para los retos del presente, tan exigentes en todo lo relativo a la tecnología es una obligación imperativa de todos los estados. Y uno de los retos del presente es doble: la tecnología y el bilingüismo, como mínimo.

Y, por razones que no vienen al caso explicar, en Colombia el bilingüismo se enrutó hacia el inglés, por su universalidad actual y por su uso en todo lo que tiene que ver con la tecnología.

Y, en ese sentido, el propio presidente Santos salió, acompañado por su ministra de Educación, Gina Parody, a lanzar de manera oficial y explicar todo lo relacionado con los Campos de inmersión en inglés, que busca que estudiantes pilos estén un tiempo en lugares de Estados Unidos donde sólo hablen inglés.

Nada que objetarle a un programa como este, que sin duda les facilitará a los muchachos la vida, si se tiene en cuenta que en la universidad tendrán que lidiar con muchos textos o cursos en inglés, y que el intercambio de ideas y de conocimientos académicos utiliza este idioma casi que exclusivamente.

Se busca que los estudiantes tengan un nivel muy alto, casi perfecto, en inglés, como lo han logrado en otros países, en especial de Europa.

Pero, ¿y el español, nuestra lengua materna? ¿Seguiremos ignorándolo, maltratándolo, sometiéndolo a toda clase de vejámenes y abusos, sin el menor reato de vergüenza, y en medio de la soberbia de quien cree que lo lee, lo habla y lo escribe a la perfección solo porque escasamente sabe, si acaso, pedir comida?

Los medios de comunicación reciben cada día centenares de comunicados y boletines informativos en los que, quienes escriben, están en constante guerra contra el español. Y sus supervisores y jefes, también. En especial ellos.

Pero, atentados contra el español se cometen por miles a diario, sin distingo ni de remitente ni de destinatario de mensajes de cualquier clase, en documentos oficiales y privados, en la escuela, en el trabajo, en el ministerio, en la presidencia, en los medios, en anuncios publicitarios, en tareas de primaria o de bachillerato y en trabajos de grado de universitarios, especialmente allí…

Nadie, ni los maestros, se conduelen del español, mucho menos el cometer la mayor cantidad de errores ortográficos, gramaticales, sintácticos y, en fin, de toda especie, relacionados todos con la lengua materna.

Desconocen que quien maltrata su idioma materno pone en duda la calidad de todo lo que hace. Maltratar el español, en el caso de un colombiano, es como si apedrearan las ventanas de la casa paterna.

Está bien el inglés. Nadie se opone, Pero debería haber un programa que le preste toda la atención posible al español, la lengua de más rápido crecimiento en el mundo, y la que en unos 50 años podría ser la más hablada en países como Estados Unidos, aunque ahora parezca un desatino decirlo.

A propósito de ese país, mientras acá nos preocupamos por estudiar inglés que, repetimos, está bien hacerlo, en Estados Unidos, cada vez más muchachos en las escuelas de secundaria estudian español, y acuden a los campamentos de inmersión programados en países latinoamericanos.

Preocuparnos por el mundo circundante está bien, pero, primero, debemos preocuparnos por lo nuestro, comenzar por casa…

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