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Editorial
Desempleo
Más allá de la percepción de que la situación socioeconómica va marchando por mejores caminos, lo importante es procurar que la tendencia se mantenga.
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Sábado, 3 de Septiembre de 2022

Los ciclos se imponen en el impulso al empleo en Cúcuta, el cual sin embargo no es de la calidad esperada, porque la informalidad es la que manda la parada.

Desde el impacto sicológico suena bien que en el trimestre mayo-julio se rescataran 21.000 puestos de trabajo,  por el efecto motivador de que en algo la situación va mejorando en la ciudad.

Y al notar esto desde la óptica de los datos que emite el DANE, la consideración es que en comparación con lo que venía ocurriendo el año pasado por la misma época en el campo del desempleo, la situación al día de hoy cambiado un poco.

En los mismos tres meses analizados de 2021 la capital de Norte de Santander cargaba sobre sí una tasa de desocupación del 18% y en el mismo periodo de este año se evidenció una caída hasta el 13,4%.

Más allá de la percepción de que la situación socioeconómica va marchando por mejores caminos, lo importante es procurar que la tendencia se mantenga.

Por el momento, un asunto muy propio de una ciudad netamente comercial como la nuestra, es que ha llegado la temporada de fin de año, motivo por el cual las perspectivas apuntan a que crezca la generación de puestos de trabajo temporales.

Como sucede siempre en esta época, los establecimientos de comercio al igual que las micro y pequeñas empresas y los negocios de servicios, requieren más mano de obra al incrementarse las perspectivas de ventas y operaciones dirigidas fundamentalmente al gran movimiento que siempre trae consigo diciembre con sus festividades.

Esto lo prevén los expertos y ahí vendrán, entonces, en  la medición del DANE, y en el alivio pasajero en la ciudad, nuevos alentadores pero no constantes indicadores de reducción en la tasa de desempleo.

Sin embargo, hay un elemento que puede jugar a favor del anhelado descenso constante y no estacional del desempleo, como lo es la reapertura de las operaciones de comercio bilateral colombo-venezolanas.

Al lado de ese asunto motivador, es preciso insistir en que la ciudad y la región se encarrilen hacia la industrialización para romper las cadenas de las informalidad laboral, que conduzca a empleos de calidad y estables en el tiempo.

Apostarle al impulso y al aumento de la productividad para generar riqueza que al redistribuirse contribuya con las facilidades de acceder a fuentes laborales, ayudará igualmente a contener y después a ir bajando la pobreza extrema y a abrir posibilidades de desarrollo para todos.

La búsqueda de nuevas alternativas es igualmente indispensable para que reduzcamos ese 65,6% de informalidad laboral, cuestión que siempre nos ha tenido en los primeros lugares en este ranquin.

Aprovechando el momento actual en que se construye el Plan Nacional de Desarrollo y que la frontera está en el centro de la política nacional, la meta de mediano plazo, por ejemplo, es  jugársela toda  por empezar a reducir periódica y sostenidamente estos dos males que afectan a esta parte del país, con miras a llevarlos a un dígito.

Esto se hace con el plan de que aquí le demos prelación a la industria y la agricultura, que complementada con el buen conocimiento que se tiene con la cadena del comercio y  en complementación con la hotelería, el turismo y los servicios logremos la consolidación de una región con un fuerte tejido empresarial, social y educativo.

Hay mucho por hacer para confrontar las fuertes limitaciones y múltiples necesidades de la economía regional, pero no hay más tiempo y se debe actuar desde ya, para no seguirnos quedando en las lamentaciones.  

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