Qué contradicción que un aspecto democrático como unas elecciones presidenciales se transforme en  todo un aparataje para intentar atajar al contendiente con escaramuzas que en últimas terminan enturbiando el ambiente para que se siga atornillando el chavismo en el poder en Venezuela.

Para Colombia resulta de trascendental importancia tener un vecindario en el que los derechos fundamentales de las personas se respeten y que las libertades no sean coartadas, puesto que el resultado final ya lo hemos visto con rostro de crisis humanitaria por la alta movilidad de refugiados que salen del vecino país.

Que se logre la consolidación  democrática al otro lado del río Táchira es algo que debe procurarse consolidar en esta fase que se ha abierto hacia las justas electorales del 28 de julio, en el que se enfrentan el presidente Nicolás Maduro, por la reelección y María Corina Machado, candidata inhabilitada.

En esta ocasión, por fin el gobierno del presidente Gustavo Petro emitió una declaración desde la Cancillería para exponer su preocupación por la situación en Venezuela, en la que reclamó garantías para todos los partidos políticos y candidatos para que pueden participar libremente y sin ninguna clase de cortapizas en las justas de julio venidero.

Aquí en la frontera con Táchira, lugar que registra una gran identidad y hermandad con los vecinos, se espera que las siguientes palabras dichas por el canciller encargado, Luis Gilberto Murillo, conlleven a unas acciones contundentes por parte de Colombia en su gesto de apoyo a la reconstrucción del derecho a votar y ser elegido en elecciones auténticas. 

“Nos han dicho que no hemos hablado mucho sobre Venezuela, pero (...) Colombia está comprometida en una solución que acompañe a la sociedad venezolana que responda al fondo de sus desafíos en un marco de respeto a la soberanía de Venezuela”.  

Algo muy cierto es que también al grupo de la oposición le corresponderá tomar urgentes decisiones en la eventualidad que no sea posible que el régimen de Maduro acceda -pese a la reanudación de las sanciones- y de la presión interna y externa, que María Corina Machado pueda ser la aspirante oficial de ese sector.

Aunque el tiempo corre, deberá tener listo por lo menos un par de planes alternativos que le permitan acceder a las elecciones con candidato propio y no dejarle servido el camino a la reelección del actual mandatario venezolano.

Lo lógico es que en el ajedrez electoral los opositores vayan con un jugador fuerte, bajo la denominación de ‘candidato siamés’, como dicen los expertos políticos del vecino país, al que Machado le levante la mano y le traspase su altísima intención de voto, que ha logrado.

No intentarlo sería entonces un nuevo desbarajuste para las fuerzas opositoras y un triunfo cantado para el inquilino de Miraflores, que en los campos social, político, económico y de Derechos Humanos equivaldrá a un recrudecimiento de la crisis.

Pero lógicamente ponerle un contendor fuerte a Maduro no significará para los opositores cejar en su empeño de seguir denunciando ante la comunidad internacional las obstrucciones al libre ejercicio democrático, que  debe ser fuertemente repudiado y exigir que no haya limitantes que contradigan lo que el gobierno expresa de invitar a unas elecciones presuntamente sin prácticas represoras.

Lo cierto es que en este momento de nuevo se respira un ambiente de tensión en Venezuela, país que es urgente que empiece a recuperarse desde sus bases institucionales para que en una transición con las garantías necesarias y la aplicación de la justicia, inicie el camino de la tan necesaria reconstrucción en todos los órdenes.