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Editorial
El continente unido, jamás…
El Acuerdo Subregional Andino, también se frustró. Y ahora Unasur, por la razón que sea, está a punto de hacerse añicos.
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Domingo, 22 de Abril de 2018

China y Rusia no son China y Rusia. Cada uno de estos gigantes es un gran conglomerado de naciones diferentes, algunas incluso con culturas tan disímiles, que cuesta trabajo imaginar cómo se entienden. Pero se entienden.

Actuando como un solo pueblo, primero Rusia y luego, ahora, China, estos países son potencias orbitales. ¿Alguien lo duda? China, para no hacernos extensos, es la máxima potencia económica mundial aunque Estados Unidos no lo reconozca.

Ambas potencias son, realmente, continentes, como Europa o África, o como América, pero la unidad las ha llevado a ser lo que son. En Moscú y en Beijing saben que, aunque sea en la parodia de su viejo lema revolucionario, un continente unido jamás será vencido.

Estas dos últimas palabras no cuentan en América Latina, otro continente, el más rico de todos, pero al que —incluso nosotros mismos— no le permiten actuar en unidad. Le impiden satisfacer esa deuda que tiene con el mundo, materializar el sueño de los Libertadores.

América Latina unida, no solo lo sospechamos, sino que lo sabemos con plena convicción, es el continente del futuro, pero no tenemos clara la idea de que el futuro ya es; que lo hayamos venido aplazando por siglos es algo que no admite discusión.

¿Qué explicación se tiene para el hecho de que, conjuntados todos en torno de la idea de la Gran Colombia, los Padres de la Patria terminaron haciendo añicos el proyecto y destruyendo a fusilazos sus propios sueños? Y lo mismo ocurrió en el Sur, y en Centroamérica. ¿Enfermedad mental, acaso, que los contagió a todos?

No. Intromisión de los poderes hegemónicos de entonces: ya existía Estados Unidos, y entraba en disputa del mundo con Inglaterra, Francia, España y Portugal.

Todos los intentos por consolidar el continente Latinoamericano en un solo país, han fracasado, a pesar de que somos una misma cultura, una misma lengua, una misma manera de pensar, incluso una misma religión, un mismo sueño…

Mientras en Europa, pueblos tan dispares como el español y el eslovaco o el estonio, para bien o para mal —mucho más bien que mal— son parte de la Unión Europea, que buscan expandir, en América, pueblos tan iguales como el colombiano y el ecuatoriano o el venezolano, o incluso el mexicano, están tan distantes como si tuvieran océanos por medio.

Se pensó que la OEA podría ser el mecanismo idóneo para concretar la idea del continente latinoamericano, pero con solo 14 años de fundada, Estados Unidos la convenció de expulsar a Cuba. El 31 de enero de 1962, todo quedó en un sueño.

El Acuerdo Subregional Andino, también se frustró. Y ahora Unasur, por la razón que sea, está a punto de hacerse añicos. El pretexto es una riña de hermanos azuzada por Estados Unidos, sin duda.

Es lamentable que Colombia, Brasil, Chile, Argentina, Perú y Paraguay le den la espalda a ese organismo, solo por un asunto interno que es más fácil solucionar que mantener indefinidamente. Aunque este organismo sea de poca importancia.

Con actos como este se llega a pensar en que Lewis Tambs —exembajador de Estados Unidos en Colombia— no andaba tan descaminado cuando en su libro ‘Superando el síndrome de Vietnam’, escribió sobre nosotros: “Algunos de los llamados Estados-nación latinoamericanos lo son sólo en nombre. Consisten en una bandera, un equipo de futbol y un puesto en las Naciones Unidas. Llamarlos Estados soberanos es sólo una cortesía, una diplomática ficción”.

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