Jorge Acevedo tal vez no quiso que alguno de sus contendientes le enrostrara que es la ficha del ramirismo y lo llevara al terreno del debate. Iván Gélvez de pronto prefirió evitar que lo fueran a poner contra las cuerdas por casos como el de Distripal. Hernando Acevedo seguramente buscó que no le dijeran nada sobre la buseta que rifó. Y Jaime Marthey es posible que procurara no caer de nuevo en aquello de que sí voto las autorizaciones para las concesiones.
Ninguno de los mencionados candidatos a la Alcaldía de Cúcuta asistió al Gran Debate organizado por una alianza de medios, entre los que se encuentra La Opinión, cuyo propósito es lograr el voto informado para que el ciudadano llegue suficientemente argumentado a la urna para elegir la persona que gobernará en los próximos cuatro años.
En sacarle el cuerpo a estos encuentros es repitente Jorge Acevedo, quien para las elecciones de 2014 siempre fue el ausente en ese tipo de escenarios de deliberación y de exposición directa de ideas ante la población a la que aspira gobernar. Ahora, ya no está solo y son tres más los que dejaron el atril solitario, sino un vacío en las ideas que en democracia indefectiblemente hay que debatir y sustentar.
Especialistas en ambas orillas emiten conceptos disímiles sobre esa forma de actuar. ‘Ausentarse es la mejor manera de evitar perder puntos o evitar ser objeto de la estrategia del todos contra el posible ganador’. ‘El debate puede ser una más de las herramientas que sean capitalizadas por los candidatos para captar votos en la franja de indecisos o de quienes prefieren abstenerse’.
Y así como debía hacerse notar la insistencia de este cuarteto de ausentes, merecen reconocimiento por acudir a esta cita el hombre del megáfono y su cruzada anticorrupción, Jairo Yáñez. El joven Carlos Mayorga de Colombia Humana-UP que propone 5.000 becas semestrales. El conservador Víctor Suárez que quiere construir una mejor ciudad.
José Fernando Bautista y su sugerencia de acabar el continuismo. Kike Rivera y su programa basado en la creación de riqueza, Cristian Buitrago y la urgencia de transformar la ciudad, Donamaris Ramírez que busca tumbar las fotomultas y 30.000 embargos, y Juan Carlos Rosas.
Cúcuta y sus 711.715 habitantes buscan un mejor sendero, porque no puede ser que aunque estamos por encima de Bucaramanga en niveles poblacionales, la ciudad carga diversos lastres económicos, sociales, políticos y de inseguridad que la tienen postrada en un deprimente cuadro de corrupción, desempleo, informalidad, debilitamiento del tejido económico, pobreza y delincuencia. Lo anterior sin contar con el desordenado crecimiento urbanístico porque no hay una política de ciudad humana y sostenible, ni mucho menos de planeación y progreso social.
Como todo se encuentra por hacer, nada mejor que una oportunidad como esta que nos da la democracia local de escuchar en sana controversia y necesaria confrontación de ideas y propuestas, las iniciativas que consignaron en programas de gobierno los que se disputan el favor popular en las urnas para alcanzar la Alcaldía.
Nada más saludable para instantes de incertidumbre y desasosiego frente a los males que agobian al valle de Doña Juana Rangel de Cuéllar que escuchar para discernir, preguntar para aclarar y auscultar para precisar, porque indudablemente los únicos responsables del futuro de Cúcuta, que es el de nosotros, el de nuestros hijos y nietos, somos nosotros y nadie más. Por eso vale la pena el voto informado, así haya –qué contradicción- aspirantes a los que eso no les importe.
